¡Qué buenas acciones logra a diario el sector de la construcción! Y no me refiero al sangrado que sufrimos los ciudadanos por culpa de los altos precios de la vivienda y de las consecuentes hipotecas que tenemos que pagar cada mes a costa del enriquecimiento de los responsables de dicho sector, sino al efecto beneficioso del piropo lanzado desde el andamio para el autoestima femenina.
Sin ir más lejos hoy me he levantado como cada día más zombie que cualquiera de los personajes del AMANECER DE LOS MUERTOS, me sentía plof pensando en el día duro que me esperaba en el trabajo lleno de reuniones y líos varios, y sabiendo de antemano que no iba a salir antes de la ocho de la tarde de la empresa. He desayunado bien, me he dado mi ducha revitalizante para iniciar el proceso de mutación a ser humano común, con mi champú rizos perfectos, mi mascarilla reparadora y mi gel exfoliante, me he puesto mi crema hidratante después y me he plantado delante del armario al tiempo que decidía que hoy necesitaba vestirme de azul, mi color de la suerte (vaqueros pitillo, camiseta de cuello V a rayas blancas y marino, chaqueta de punto de color azul y las bailarinas del mismo tono). He salido de casa y al cruzar la calle para ir al parquing en el que tengo guardado mi coche he pasado como cada día por un edificio en construcción donde unos amables albañiles me han soltado unos cuantos piropos con gracia y salero. Hay que ver lo que saben esta gente, yo creo que antes de optar al puesto les hacen una prueba oral sobre el tema para comprobar la soltura en la materia. La cuestión es que sin comerlo ni beberlo mi moral ha subido como la espuma de una cerveza y así, de este modo tan sencillo, me he ido a la oficina más contenta que unas pascuas, dispuesta a comerme el día y no a que el día me comiese a mí. Si es que a veces las mujeres nos contentamos con bien poquico, ¡que ya lo digo yo! Por eso con mi post número 100, sí ya el 100, quien iba a decirlo, no haré la típica recapitulación de lo que ha significado para mí este blog y de todas las historias, manías, inquietudes y neuras que os he hecho tragar, no, en este post hoy quiero homenajear a todo aquel currante de ladrillo, hormigón y pala que desde su honroso puesto de trabajo hace una labor tan y tan valiosa de un modo desinteresado y gratuito a las mujeres que como yo esta mañana no tenemos el mejor de nuestros días.
Sin ir más lejos hoy me he levantado como cada día más zombie que cualquiera de los personajes del AMANECER DE LOS MUERTOS, me sentía plof pensando en el día duro que me esperaba en el trabajo lleno de reuniones y líos varios, y sabiendo de antemano que no iba a salir antes de la ocho de la tarde de la empresa. He desayunado bien, me he dado mi ducha revitalizante para iniciar el proceso de mutación a ser humano común, con mi champú rizos perfectos, mi mascarilla reparadora y mi gel exfoliante, me he puesto mi crema hidratante después y me he plantado delante del armario al tiempo que decidía que hoy necesitaba vestirme de azul, mi color de la suerte (vaqueros pitillo, camiseta de cuello V a rayas blancas y marino, chaqueta de punto de color azul y las bailarinas del mismo tono). He salido de casa y al cruzar la calle para ir al parquing en el que tengo guardado mi coche he pasado como cada día por un edificio en construcción donde unos amables albañiles me han soltado unos cuantos piropos con gracia y salero. Hay que ver lo que saben esta gente, yo creo que antes de optar al puesto les hacen una prueba oral sobre el tema para comprobar la soltura en la materia. La cuestión es que sin comerlo ni beberlo mi moral ha subido como la espuma de una cerveza y así, de este modo tan sencillo, me he ido a la oficina más contenta que unas pascuas, dispuesta a comerme el día y no a que el día me comiese a mí. Si es que a veces las mujeres nos contentamos con bien poquico, ¡que ya lo digo yo! Por eso con mi post número 100, sí ya el 100, quien iba a decirlo, no haré la típica recapitulación de lo que ha significado para mí este blog y de todas las historias, manías, inquietudes y neuras que os he hecho tragar, no, en este post hoy quiero homenajear a todo aquel currante de ladrillo, hormigón y pala que desde su honroso puesto de trabajo hace una labor tan y tan valiosa de un modo desinteresado y gratuito a las mujeres que como yo esta mañana no tenemos el mejor de nuestros días.
Comentarios
Los albañiles piropean porque estan en la calle,y porque mientras piropean no curran,y tal.....siempre hay un poco de eso,jeje.
Ellos porque pueden,leñe,yo tengo unas compañeras en mi oficina que mima mimmmmma,les soltaba unos piropos si pudiese....pero si lo hago me crujen mis jefes.Me tengo que reprimir dia a dia,dia a dia,dia a dia...buaaaaaaaaaaa buaaaaaa
Sobre todo una,que hoy llevaba un jersey verde clarito con escote traicionero en forma de V que me estaba volviendo chiribita...y aun por encima hoy se le dio por preguntarme temas en mi pc,y al agacharse...yo es que no respondo,un dia de estos no respondo.Es una mujer increible,tiene 47 años,pero esta bueniisma,aparte es una gran persona,me llevo genial con ella.Super trabajadora y buena compañera.
Un abrazo,solete
http://www.youtube.com/watch?v=cFAL7hYQ5EY
Dext: Anda que tú me miras con muy buenos ojos, jeje!!
Zar: Sip seguro que se motivarán mucho más a partir de ahora, con el asunto de la labor social que hacen, ya te digo.
Canichu: Muchas gracias!!!
Elbé: Ayss no sé es que hay mujeres de todos los colores, pero vaya yo algunas veces lo he comentado con mis amigas o mis compañeras de trabajo y a todas les hace el mismo efecto positivo que a mí.
Juan: Jajaja! Bueno el sketch, muy bueno... Pero sabes una cosa, aún considerando que esto del piropeo del albañil es todo un estereotipo machista,te digo que a mí me ha animado de buena mañana, y eso a veces no tiene precio, que te lo digo yo...
La cara que se le queda al personal es un poema. Es que es un bicho.
Oye, lo importante es subir la moral, aquí puede que el fin justifique los medios.
Saludos, ...hermosa.
Adolfo: Jajaja!!! Qué buena tu hermana, ya me imagino la cara de pánfilos que se les debe quedar a los pobres albañiles. Saludos chatín!!
De todos modos, estoy segura que te dirían algo light, con gracia y agradable a los oídos y no alguna de las burradas que he llegado a oír por ahí.
Besotes!!!
Lo mejor es, antes de que digan nada, mirarlos con una sonrisa y decirles... "buenos días". Se cortam tanto que ya no saben que decir.. Porque estan acostumbrados a que no se les conteste. ja ja ja. Un saludo para todos los obreros del mundo... (menos pa los hijos d... que me hicieron la obra en mi casa).
Besos Arual.
Un besote guapa!!
Hoichi sí que lo son sí, siempre dentro de unos límites, claro está!!!
Besos, guapísima!