Te hablo de unas coordenadas. Te hablo de un punto en el mundo. En la tierra. Un punto de inflexión en mi vida. En tu vida. En la nuestra. Y un día de abril por la tarde dimos el paso. Ahora ya no hay marcha atrás.
Hace 12 años que mi corazón late más fuerte de lo normal. A veces lo hace a un ritmo pausado pero cuando te siento mi pulso se acelera y ya no hay marcha atrás.
No había sido mujer de flirteos jamás. De hecho creo que no sé flirtear. Y me ha desconcertado siempre que alguien intente flirtear conmigo. Pero recuerdo cuando tú empezaste a hacerlo conmigo tan directamente, en aquel entorno virtual que ahora me parece lejano y confuso.
Tocaste mi fibra sensible hablándome de lo que sabes que me apasiona, el cine. Y quise huir. Me resistí. Sabía que no estaba bien. Pero qué es lo bueno y lo malo? Cómo puede ser malo algo que te hace sentir feliz?
La distancia fue una bendición para salvar el peligro que suponía sentirme tan atraída por ti. Una vez nos acercamos. Estuvimos cerca. Nos sentimos. En aquella playa... Y desde aquel día sueño con estar de nuevo allí contigo de la mano y perdernos del mundo para siempre.
Tú tienes tu vida y yo la mía. Pero lo nuestro es inevitable. Y por fin llegó el momento más esperado, en ese punto de la tierra te besé, y me besaste, y durante esos instantes creí morir y subir al cielo. Ni siquiera creo en el cielo. Pero estuve allí.
Ahora mi vida gira entorno a volver a estar contigo. Encendiste una llama que es incontrolable. Y no quise arriesgar más. Pero lo arriesgaré todo. Voy a jugar las cartas que tengo. Ahora sé que vale la pena luchar por ti. Aunque tenga que esforzarme por volver a ese punto. A las coordenadas de mi vida.
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