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Mostrando entradas de abril, 2013

Las historias de amor que sí me gustan.

Ayer por la tarde de nuevo volvieron a hablar por enésima vez del pesado de Grey, si xddd ya no sé cuantas veces me han recomendado leer esa trilogía, y cuando les digo que he intentado leer el primer libro y que no logré leer ni la mitad, me dicen que hay que seguir que seguro que me engancha que es una historia de amor y sexo increíble y que es imposible que no me guste. Al principio trataba de defender el por qué no me gustó pero ahora ya paso y simplemente respondo que no me van las historias románticas. Pero en realidad y revisando algunas de las lecturas que más me han impactado a lo largo de la vida me doy cuenta de que no es así, porque entre mis libros de cabecera he de reconocer que hay grandes historias de amor: Cumbres borrascosas, Carta de una desconocida, El amor en los tiempos del cólera, Orgullo y Prejuicio, Grandes Esperanzas, Ana Karenina, por ejemplo. Sí ya sé que son grandes historias de amor clásicas, que nada tienen que ver con la trilogía de Grey, pero creo que p

En la clase de mi mayor.

El miércoles post Sant Jordi fui por la tarde a leer un cuento a los niños de la clase de mi hijo y la verdad es que me encantó la experiencia. El año pasado me lo propusieron pero con los horarios del trabajo era imposible. Este curso como aún ando de baja maternal, poco me queda ya, snif, no he podido resistirme a participar en esta actividad que se desarrolla todos los años durante la semana de Sant Jordi y que consiste precisamente en eso, en que padres y madres vayan a la clase a contar un cuento a sus pequeños y sus compañeros de clase. Por supuesto mi hijo eligió la historia y no fue otra que su favorita, la leyenda de Sant Jordi . Desde la guardería está emocionado con la historia del caballero que salva a la princesa de las fauces del dragón, siempre ha querido ser Sant Jordi y de hecho juega a ello muchas veces. Así que ese cuento les leí  con mucha emoción y fue una gozada porque el interés que ponen a estas edades con las historias es fabuloso, realmente les introduces con

Este año me pido....

Ayer fue uno de los días más bonitos del año, Sant Jordi, aquí en Cataluña, San Jorge en mi tierra Aragón, donde además es festivo. Pero Aru estaba pachucha con gastroenteritis y sin ganas de nada. Así que por la tarde hice un pequeño esfuerzo para quedarme en el cuenta cuentos del cole de mi hijo y poco más. No salí como cada año a dar una vuelta y comprarme algún librito como manda la tradición. Eso sí la rosa no me faltó, mi socio me la trajo a mediodía cargadita de amor. Claro que sí. De todos modos como no me compré ningún libro ayer y como además se acerca el día de la madre, este año ya me he elegido yo el regalo que quiero para ese día. Y no es otro que la novedad editorial del año que ninguna madre que se precie debería dejar de tener en su biblioteca: Una Mama en Alemania . Sigo desde hace mucho tiempo el blog fantástico de su autora y estoy como loca por leerlo. Vosotros no? Animaos que os echareis unas risas!

La Merkel de mi casa.

De acuerdo que hace un par de días se publicó que el Excel que sustentaba las teoría de austeridad que Merkel y sus secuaces aplicaban en Europa tenía algún fallo y que puede que sus recortes a lo bestia no funcionen, vamos que no hace falta ser un experto en Excel para darse cuenta de que tanto recorte nos hunde aún más, y tampoco hace falta ser Einstein para saber que estas hojas de cálculo las carga el diablo y suelen tener más fallos que una escopeta de feria, pero con todo hoy lo que os quiero contar en un problema que tengo conmigo misma y que es de difícil solución. Os confieso que soy la Merkel de mi casa. La austeridad la llevo en mis venas, y me viene de herencia, nieta de un tacaño de órdago, hija de otra tacaña de renombre, Aru no podía ser de otra manera, más prieta que el pantalón de un chulo discotequero de los 70. Y me casé con otro tacaño pero el pobre a mi lado parece lo más díscolo que hay en la faz de la tierra, angelico. Porque lo mío es de traca. Ya en la época

Tres meses con mi bombón.

Tres meses ya han pasado desde que nació mi bombón, mi hijo pequeño, mi bebé, mi alegría y mi todo. Adoro a mis dos hijos por igual y estoy disfrutando a tope de esta segunda maternidad, saboreando cada momento con la magia que tener a un recién nacido en casa regala. Olerle, besarle, abrazarle, dormir a su lado, escuchar esa respiración pausada, darle pecho, cobijarle, verle sonreír, es indescriptible lo que estoy viviendo, me da pena que el tiempo pase tan deprisa, de verdad. Y observar a mi hijo mayor, junto al bebé, tan cariñoso, tan emocionado por tener un hermanito, es tan bonito, que me caen las lágrimas de pura emoción. Han habido momentos muy duros, sobre todo éste . Pero la verdad es que los momentos de felicidad absoluta han sido los que han ganado en esta partida y sólo puedo decir lo encantada que estoy siendo madre de dos. Junto a mi marido, al que conocí un 9 de abril de hace 19 años, madre mía como pasa la vida, estamos creando una familia maravillosa, y me siento tan

Zombieland.

He repetido por activa y por pasiva que a mí la falta de sueño me mata, me deja ko, me cambia el humor y me convierte en una Mrs. Hyde muy pero que muy chunga. El colecho y la lactancia materna son dos grandes aliados para mí en esta segunda maternidad para dormir bien. De momento el protocolo es acostar al peque en su minicuna cuando se queda frito después de nuestra cena, o mientras miramos la tele. Cuando se despierta, dependiendo de la hora en la que se haya dormido (por ejemplo si se duerme a las 8 se despierta sobre las 3, claro, pero si se duerme a las 12, hasta las 7 de la mañana no suele despertarse), lo paso a mi cama, le doy pecho en la posición tumbada de lado y a seguir roncando. Ya le dejó allí el resto de la noche y duerme como un bendito. Su padre descansa y su madre también. Su hermano mayor ya ni te cuento, que duerme feliz en su cuarto, exigiéndonos que le cerremos la puerta por si acaso se despierta el peque y le molesta para dormir, alucina!!! Más adelante tengo

Actitudes que no comparto: el cachete a tiempo.

La semana pasada fui testigo de dos momentos difíciles de presenciar como madre que soy. Uno de ellos a la salida del colegio, una compañera de mi hijo se escapó de la mano de su padre que estaba hablando con otra persona dentro del recinto para saludar a mi hijo y un par de amiguitos más que estaban con él. El padre enfurecido salió y la agarró de la mano con una fuerza inusitada y ante nuestros ojos estupefactos le dio un sonoro azote. Un par de madres que andaban a mi lado y yo nos quedamos perplejas ante semejante escena. Mi hijo también se quedó alucinado dado que él no está acostumbrado a este tipo de actitudes violentas. Al cabo de unos días, el domingo, estábamos con un grupo de amigos de picnic en el campo. Después de comer una parte del grupo se fue de excursión a un río cercano, yo me quedé con mi bebé en el sitio donde habíamos comido, pero mi marido y mi hijo mayor se fueron de paseo con ese grupo. A la vuelta mi hijo estaba un poco serio y le pregunté qué había pasado y

Aficionándome a la reposteria.

Inicialmente la culpa es de mi hermana, porque ella se puso hace un tiempo a hacer cosas ricas, y yo estaba allí voluntaria a primera fila para probarlas, me picó la curiosidad y luego la quise copiar, que conste que ella es mejor, más habilidosa y le sale cada delicatessen que te echa para atrás. Además poco a poco se va comprando más "cacharrillos" de cocina adecuados, ha hecho algún curso, se empapa del tema en internet, y claro se va perfeccionando un montón. Yo estoy a varios años luz de ella pero poco a poco disfruto más de esto de hacer dulces y tartas. En mi caso siempre se me dio mejor la cocina de primeros y segundos, más que la de postres y dulces, por eso este descubrimiento tardío mío resulta todo un reto interesante para mí. Ahora en mi casa ya nunca falta, ni harina, ni azúcar glas, ni huevos, ni mantequilla, para hacer cualquier bizcocho en el momento en que me da por ahí. A mi nueva afición tengo también otros culpables a quienes imputar. Mi hijo mayor que s

Mi último gran error, teletrabajo en la baja maternal.

En mi trabajo y concretamente en mi departamento ha habido en los últimos dos años cuatro embarazos, el último el mío. Con la crisis y los recortes, que os voy a contar, se decidió no sustituir esas bajas maternales y siempre nos hemos ido apañando entre el resto para sacar adelante el trabajo de la que no estaba. La baja anterior a la mía fue de una mama primeriza muy responsable en su trabajo, dicho sea de paso, que se ofreció voluntaria a teletrabajar desde casa para que no nos colapsáramos tanto las que nos quedábamos en la oficina y al gerente de la empresa le encantó la idea. Ella estaba de baja pero se apuntaba las horas que hacía en casa y luego esas horas se las descontaría a la vuelta al tajo. Cuando me quedé embarazada y al cabo de tres casi cuatro meses lo conté en la empresa mi jefe no tardó ni cinco minutos en proponerme que hiciera lo mismo que mi predecesora en estado. Y yo la verdad es que inconsciente, le dije que sí. Con el paso de los meses seguí manteniéndome en

La guinda del pastel de la tercera temporada de The Walking Dead.

No he leído mucho por ahí sobre la finale de esta semana de The Walking Dead para no destapar ningún spoiler aunque me tope con uno de golpe y la verdad es que me destripó parte de la emoción del 3x16 de la serie. Pero intuyo que esta finale de temporada ha decepcionado bastante al personal y no entiendo por qué. Esta temporada ha tenido más drama que nunca, mucho diálogo y mucha introspección, la falta de acción y zombies hacía que muchos fans de la saga, entre ellos mi querido marido, se quejaran de que la serie perdía parte de su encanto. Pero yo creo que era todo lo contrario, este cambio le propinaba a la serie más personalidad, de hecho ganaba con él, porque TWD nunca ha sido una serie de zombies al uso y en esta temporada se ha hecho plausible la frase que popularizó Hobbes, el hombre es el lobo del hombre, sin duda su peor enemigo, mucho peor que cualquier apocalipsis zombie. No ha habido una batalla final contra los muertos vivientes como en el final de la segunda temporada,

Semana Santa de 4.

Nuestra primera Semana Santa de cuatro ha sido francamente genial. Me la he pasado yo y los dos peques en el pueblo todos los días de vacaciones y mi marido iba subiendo a dormir cada noche porque durante los días laborales trabajó. Tanto tiempo sin disfrutar de mi tierra, de mi gente, de mi familia, ha supuesto que estos días los haya valorado y aprovechado al máximo. Salir a pasear y ver caras conocidas todo el tiempo, recibir visitas, espaciadas eso sí, y muchos regalos útiles, todos ellos. Conocer a los bebés de dos de mis amigas que también han sido mamás recientes. En fin que ya echaba de menos estar en mi salsa, porque yo allí estoy en mi salsa. Yo era feliz pero el que sin duda ha disfrutado más de todos ha sido mi hijo mayor, a él el pueblo le encanta, jugar en la calle, encontrarse con sus amigos, dormir con su yaya (mi madre), jugar con su tía favorita (mi hermana), vamos que ha sido el sumum y sólo me pedía que en lugar de quedarnos 10 días nos quedásemos 50, jaja, no es