La imagen se presenta clara y nítida, él conduce y ella le mira desde el asiento del copiloto, sus ojos denotan odio, rencor, desamor fraguado a base de años. Él siente un leve sopor, tal vez necesitaría descansar, pero mejor va a ser callar, no decir nada, él puede aguantar, si se queja o plantea la posibilidad de hacer un alto en el camino ella enfurecerá, tiene demasiada prisa y volverán a discutir. No vale la pena. Sus gritos nunca llevan a nada. Sus confrontaciones son tan absurdas como el seguir viviendo juntos después de tantos años. Pero la maldita inercia les impide hacer algo al respecto, acomodados en su indigna existencia, en su patética y malsana rutina, se han convertido en expertos en hacerse daño y ni siquiera les importa lo más mínimo. En cualquier caso hoy todo va a finalizar. Yo les observo desde el asiento trasero. Sé qué me encuentro ante el momento exacto. Lo veo todo desde mi privilegiada butaca. Vuelvo a tener miedo, un escalofrío recorre mi cuerpo. Entonces él da un volantazo brusco, el sueño se apoderaba de él, ella le grita desaforada, él la ignora, ella rebufa, él se gira y la mira con asco. Entonces el camión hace acto de presencia. Sale desde su endiablado escondite sin avisar, sigilosamente. El choque es brutal. La muerte instantánea. Ahora veo la escena desde otro ángulo, desde la cuneta, grito ahogada, es el final, lo intuyo, me sobresalto y me despierto anegada en sudor. Otra noche más he sido testigo de esta pesadilla, de lo que tal vez pudo ser el final fatal de mis progenitores. Jamás lo sabré. Jamás ninguno de los dos podrá hablar y contarlo. Ahora ellos ya no están. Con la mano sólo alcanzo a palpar la de Jorge a mi lado, la aprieto fuerte, su contacto me reconforta, es noche cerrada, el día aún tardará en llegar, pero él sigue a mi lado. Como siempre.
Te hablo de unas coordenadas. Te hablo de un punto en el mundo. En la tierra. Un punto de inflexión en mi vida. En tu vida. En la nuestra. Y un día de abril por la tarde dimos el paso. Ahora ya no hay marcha atrás. Hace 12 años que mi corazón late más fuerte de lo normal. A veces lo hace a un ritmo pausado pero cuando te siento mi pulso se acelera y ya no hay marcha atrás. No había sido mujer de flirteos jamás. De hecho creo que no sé flirtear. Y me ha desconcertado siempre que alguien intente flirtear conmigo. Pero recuerdo cuando tú empezaste a hacerlo conmigo tan directamente, en aquel entorno virtual que ahora me parece lejano y confuso. Tocaste mi fibra sensible hablándome de lo que sabes que me apasiona, el cine. Y quise huir. Me resistí. Sabía que no estaba bien. Pero qué es lo bueno y lo malo? Cómo puede ser malo algo que te hace sentir feliz? La distancia fue una bendición para salvar el peligro que suponía sentirme tan atraída por ti. Una vez nos acercamos...
Comentarios
Tendré que encontrar tiempo para visitar tu antiguo domicilo del espace.
Como ves la pesadilla de Candela se las traía, y nada tenía que ver con Jorge.
Buenas noches!
¿se puede soñar sin soñarse a uno mismo?
hummmm qué inquietante
besos de sueño plácido ;-)
Cinephilus: Mmmm tomo esos besos de sueño plácido y los dejo guardados en el cajón de mi mesilla de noche, por si los necesito.... gracias!
No he tenido ninguna experiencia tan traumática, pero hace un par de años el hijo de unos amigos de mis padres se mató en un accidente de moto. En casa aún lo echamos de menos.
Recibe mi cariño y espero que mis abrazos puedan reconfortarte un poco
Saludos!