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Motivos por los que amo el cine II

Aquí un pedacito de la magia alcanzada por Peter Jackson en una magnánima obra criticada y amada a partes iguales. Yo me confeso fan absoluta de la obra de Tolkien y lo soy mucho antes de que esta trilogía se decidiera llevar al cine, y también admiro el trabajo que hizo el director neozelandés, y he de reconocer que con LA COMUNIDAD DEL ANILLO, la primera parte de la trilogía, me di cuenta de cómo el cine realmente puede trasladar a imágenes historias fantásticas que transcurren en mundos imaginarios que de otro modo sólo podrían construirse en la mente del autor y reconstruirse de nuevo en la del lector, pero que así pueden alcanazar al gran público. Mundos por los que siempre he sentido una gran atracción y que han logrado evadirme de mi propia realidad, viajando hasta ellos y haciendo que con los años mi imaginación no se limite jamás. Hoy os propongo el comienzo de la aventura en la Tierra Media:

Comentarios

Unknown ha dicho que…
El bien y el mal; la unión, la fuerza y la necesidad de todos los seres del universo; la naturaleza, la amistad, el miedo, la esperanza... Tolkien lo comprimió en esa obra maravillosa que leí con 12 años y me marcó para siempre.
Salud!
Anónimo ha dicho que…
No, hija, nooooo
Lo del Ciema Paradiso era muy bonito, sí, pero esta melonada sí que no te la acepto, guapa
Arual ha dicho que…
Juan qué te voy a contar... a mí me pasó algo similar.

Dext corazón son mis motivos... y tú ya sabes que tengo un lado oscuro hacia la literatura y el cine fantástico que me ha marcado de por vida.

Besos de lunes a los dos!
voy por el hatillo....
Arual ha dicho que…
Bienvenido amante de plástico! No olvide llenarlo de lembas, nunca se sabe cuando pueden llegar a necesitarse en el duro y largo viaje hacia Mordor...

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Breve post para contaros que se ha interrumpido involuntariamente mi deseado embarazo. Volveré cuando esté un poco mejor... Ahora no tengo palabras.

Despertar de nuevo...

Abro los ojos de nuevo al mundo, despierto de una especie de ensoñación o pesadilla más bien, donde el mundo, mi mundo, se estaba desmoronando. Miro hacia mi alrededor y todo sigue bien. Mi sobrino es un bebé sano y regordete que no necesita estar conectado a una máquina y puede salir a pasear cada día por la calle. Nadie lleva mascarilla. No ha habido una avalancha de muertes inesperadas. Puedo abrazar a mi amiga después de un día duro para darle ánimo y nadie me mirará con cara de reprobación. Puedo planificar mi próxima escapada a un concierto, o mi próximo viaje, y no necesitaré un PCR negativo. No hay toque de queda. Puedo ver salir el sol. Comer una hamburguesa en la calle está bien. Hacerlo en una terraza también. No conozco el concepto distancia social. Lo más hidroalcohólico que tengo es el último gin tonic que tomé el sábado pasado. No hay pandemia. Y no he cometido ningún estúpido error. No he visto la cara B de la vida y no quiero verla.  Pero desde mayo tengo una sonrisa 

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