Ir al contenido principal

Descubrimientos de verano.

Si os he de ser sincera no había puesto demasiadas expectativas en este verano. El invierno no había sido fácil y tenía la certeza de que ciertos aspectos de mi vida serían más complicados de sobrellevar en este momento justo del año. Pero empezar mis vacaciones con el viaje del que ya os he hablado fue una idea brutal. A veces las cosas se precipitan de un modo ante el que te sientes completamente incapacitada para reaccionar, y esa falta de reacción resulta al fin y al cabo tan positiva y tan sana que te dejas llevar por las sorpresas que van cayendo sobre ti y sencillamente las miras con otros ojos, con tu mirada más serena y más feliz. El viaje a París y Londres no fue sólo una bonita experiencia que compartí con una persona muy especial, sino que fue una inyección de fuerza en vena en mi cuerpo de la que aún arrastro los efectos. Los siguientes pasos a dar resultaron pues evidentes.
Como ya os he comentado alguna vez el pueblo, mi pueblo, es lugar de reunión, el grupo de amigos estamos dispersados por una buena parte de la geografía española en mayor o menor medida, y aquel es nuestro punto de encuentro, sobre todo en fechas señaladas, fiestas de agosto, navidades, semana santa y algún que otro puente festivo largo. Allí todos nos conocemos, y eso es lo mejor, es lo auténtico.
De ahí que cuando hay algo de lo que no quieres hablar resulta complicado evitarlo si sale el tema a colación. Y no te sientes cómodo. Por eso cuando el primer día allí, recién llegada de mi sueño parisino-londinense y con el chupinazo aún al vuelo, empezaron a anunciar algunas de mis amigas sus nuevos embarazos observé un curioso comportamiento en mí. Días antes, semanas antes, meses antes, me habría paralizado, me habría cabreado, me habría ofuscado, habría sentido rabia (no hace falta seguir, quienes leéis mi blog sabéis de que sensación os hablo), pero no sucedió, para nada, muy al contrario de lo que habría podido imaginar me sentí feliz por las buenas noticias. Incluso hubo alguien que osó a preguntarme si me animaba yo con la maternidad, y en lugar de morder cual vampiro, respondí amablemente con la mejor de mis sonrisas. Otra Aru ocupaba mi cuerpo y mi mente pensé, o no, simplemente había descubierto algo bueno en mí este verano.
Tampoco mi relación con mi madre ha pasado por una buena fase últimamente, pero mi cambio de tono obró milagros, ciertas asperezas se limaron, no sé si por mucho tiempo, o de un modo pasajero, quien sabe, pero sucedió, y también por eso me sentí bien.
En cualquier caso un tercer descubrimiento (mucho más superficial y vanal para que engañarnos) puso la guinda perfecta a ese momento tan especial. Y ese descubrimiento, más bien, redescubrimiento fue el concierto de Miguel Bosé al que acudí aquella noche. Nunca me he considerado fan suya, de hecho tuve un momento "bosé" en el año 91, a la tierna edad de 15 añitos, cuando editó aquel disco recopilatorio titulado "Directo 90" y que tarareré y memoricé con devoción durante un tiempo. Pero no duró mucho la fiebre y después creo que encarcelé el recuerdo en algún rincón oscuro y lóbrego de mi mente hasta el día de marras. Las expectativas de que lo suspendiera eran altas, el mozo andaba afónico y en el "Tomate" no dejaban de ponerlo a caldo. Así que ni siquiera pensé en darle un repasito de última hora a las letras de sus canciones más famosas como suelo hacer en estos casos. Ni en pillar la cámara para hacer unas foticos del concierto y pegarlas en el blog. Pero curiosamente el Sandoval y Cía. se equivocaban y el retoño de la mujer biónica (no me digáis que Lucía Bosé no parece de otro planeta y materia con ese pelo azul) dió un conciertazo con mayúsculas de dos horas con el que me dejó absolutamente prendada. De ahí a gorronearle el CD de "Papito" precisamente a mi propio papito no faltó nada. Y desde entonces que no tengo oídos para otra cosa. El albúm contiene los temas de siempre de Miguel Bosé pero remezclados no agitados con algunas de las estrellas candentes del panorama actual, y no me refiero a Julián Muñoz ni a la Pantoja. Cada canción está adaptada al estilo del "partenaire" de Miguel o mejor dicho cada canción ha sido más bien encajada con el estilo de cada uno de los acompañantes de Bosé en esta experiencia musical. La cuestión es que la mezcla es muy efectiva y así por ejemplo nos encontramos a Pau "que megafashion y guay que soy" Rubio enzarzada con "Nena", una versión del "Amante bandido" muy Alaska, un "Bambu" mucho más exótico si cabe con Ricky Martin, etc, etc. Mi favorita indiscutible es este peazo canción que se marca con Shakira titulada "Si tú no vuelves" y que quiero compartir con vosotros hoy. Pero hay otras perlas en el disco que os iré desvelando poquito a poquito, ¿trato hecho?

Comentarios

Zar Polosco ha dicho que…
A mí me gusta mucho cuando Alaska, con ese vozarrón, canta "yo seré un hombre por ti".
Anónimo ha dicho que…
las vacaciones reenergizan
tú tranqui
ya vendrá.
Arual ha dicho que…
Zar: Pues sí llama la atención esa frase que justo canta Alaska, jeje, es genial!

Mari: Eso espero guapa...
Raquel ha dicho que…
Oye, pues qué bien me vendrían a mí unas vacaciones de ésas... jeje.
Un beso, guapetona.
Arual ha dicho que…
Ya imagino ya Raquel!
Raquel ha dicho que…
Coger fuerzas, ahora que empieza el curso, y los viajes, y las actividades extraescolares.... voy a necesitar actimel, jeje.

Entradas populares de este blog

No pudo ser.

Breve post para contaros que se ha interrumpido involuntariamente mi deseado embarazo. Volveré cuando esté un poco mejor... Ahora no tengo palabras.

Despertar de nuevo...

Abro los ojos de nuevo al mundo, despierto de una especie de ensoñación o pesadilla más bien, donde el mundo, mi mundo, se estaba desmoronando. Miro hacia mi alrededor y todo sigue bien. Mi sobrino es un bebé sano y regordete que no necesita estar conectado a una máquina y puede salir a pasear cada día por la calle. Nadie lleva mascarilla. No ha habido una avalancha de muertes inesperadas. Puedo abrazar a mi amiga después de un día duro para darle ánimo y nadie me mirará con cara de reprobación. Puedo planificar mi próxima escapada a un concierto, o mi próximo viaje, y no necesitaré un PCR negativo. No hay toque de queda. Puedo ver salir el sol. Comer una hamburguesa en la calle está bien. Hacerlo en una terraza también. No conozco el concepto distancia social. Lo más hidroalcohólico que tengo es el último gin tonic que tomé el sábado pasado. No hay pandemia. Y no he cometido ningún estúpido error. No he visto la cara B de la vida y no quiero verla.  Pero desde mayo tengo una sonrisa 

Burning night.

Voy falta de sueño, bueno de sueño y de muchas otras cosas, y puede que eso nuble mi entendimiento, como la solteras nublan el entendimiento de Carlos Baute y lo dejan colgado no precisamente en sus manos cada tarde en esa cosa que se parece a un programa pero que la verdad no acabo de entender muy bien que es y que se llama ELÍGEME. ¿Pero Carlos Baute no prefería a los estibadores portuarios? Siempre lo había creído así pero viendo como desnuda con la mirada a las mocetonas que entran en su plató tengo una duda más que considerable al respecto. En fin a lo que íbamos que tengo la cabeza un poquito atolondrada (ufff esta palabra que acabo de usar era la favorita de la Hermana María, mi profe de mates de 8º EGB, así de repente me ha venido un flash de su imagen a la cabeza, no os digo que no estoy fina...) y puede que eso haga que ande un poco monotemática, pero tenéis que perdonarme, I'm happy, so happy, y no se me puede aguantar, I know. Y es que esta noche... VAMOS A QUEMAR MESTA