Intento constantemente no comunicar los vasos de mi vida, pero no lo logro. Sé que voy contra las leyes de la física, porque cuando uno lo tengo muy lleno, por el conocido experimento de los vasos comunicantes, el otro acaba llenándose por igual, y si uno sobresale, los otros van a sobresalir del mismo modo. He intentado construir muchos diques para evitar que eso me suceda, incomunicar mis vasos pero siempe hay alguna grieta que hace que esa barra de separación se rompa y los vasos se vuelvan a conectar entre sí. Pensé que con los años y con la experiencia lograría alcanzar el modo y la manera de que la construcción sea sólida, pero ni los años ni la experiencia me han dado aún la fórmula adecuada y yo sigo fracasando en mi empeño.
Ayer volví a casa después de un día poco afortunado en el trabajo, la tempestad de la jornada anterior aún iba dando coletazos, sin ser supersticiosa, maldije el martes y 13, y a medida que iba de camino y me iba encargando de los pequeños recados de los que tenía que ocuparme antes de regresar a mi hogar, me iba desbordando más, me agobiaba, no podía evitar verme incapaz de acometer las minucias de las que debía hacerme cargo en las horas que restaban antes de finalizar el día. Cargaba una losa pesada sobre mí y no veía el modo de desprenderme de ella. Por fin llegué, seguí realizando las tareas que tenía planeadas con el más mínimo de los ánimos y cuando mi chico llegó a casa, una pequeñez insignificante fue el detonante preciso para que yo empezara a descargar toda mi furia contra él, sin más, él que no tiene culpa de absolutamente nada, y yo ahí me mostré cruel y devastadora y me odié, me odié tanto… Afortunadamente él una vez más me demostró una de sus principales virtudes y uno de los motivos por los que me enamoré de él, su infinita paciencia, esa paciencia que le hace aguantar mientras grito y que luego le impulsa a abrazarme para que me calme, mientras me da consejos, siempre sabios consejos sobre cómo debo afrontar cada uno de los miedos que me acechan.
Mis vasos se comunican sí pero afortunadamente el sistema no se colapsa porque hay un estabilizador que nunca falla, él.
Ayer volví a casa después de un día poco afortunado en el trabajo, la tempestad de la jornada anterior aún iba dando coletazos, sin ser supersticiosa, maldije el martes y 13, y a medida que iba de camino y me iba encargando de los pequeños recados de los que tenía que ocuparme antes de regresar a mi hogar, me iba desbordando más, me agobiaba, no podía evitar verme incapaz de acometer las minucias de las que debía hacerme cargo en las horas que restaban antes de finalizar el día. Cargaba una losa pesada sobre mí y no veía el modo de desprenderme de ella. Por fin llegué, seguí realizando las tareas que tenía planeadas con el más mínimo de los ánimos y cuando mi chico llegó a casa, una pequeñez insignificante fue el detonante preciso para que yo empezara a descargar toda mi furia contra él, sin más, él que no tiene culpa de absolutamente nada, y yo ahí me mostré cruel y devastadora y me odié, me odié tanto… Afortunadamente él una vez más me demostró una de sus principales virtudes y uno de los motivos por los que me enamoré de él, su infinita paciencia, esa paciencia que le hace aguantar mientras grito y que luego le impulsa a abrazarme para que me calme, mientras me da consejos, siempre sabios consejos sobre cómo debo afrontar cada uno de los miedos que me acechan.
Mis vasos se comunican sí pero afortunadamente el sistema no se colapsa porque hay un estabilizador que nunca falla, él.
Comentarios
Un besito
;)
Es lo que busco en la vida..ojalá lo encuentre u ojalá a quien yo quiero ahora quiera sostenerme...a veces pienso que soy una carga muy pesada.
Felicitaciones para tu chico y a tí, por reconocer su paciencia y ternura porque despues de eso no hay nada. Sólo sirve el amor.
Mari: Ojalá lo encuentres, lo mereces, lo sé. Besos a ti también!
No es que sea mi caso, pero tampoco puedo decir que sea el mejor en este tipo de situaciones.
Enhorabuena. un beso.
Besos de lectura atrasada, discúlpame.
mari, niña linda, no decaigas.
Hoichi: Menos mal que la semana empieza a mejorar... gracias, besos!
Luego queda el reconocer sus errores, que darán la oportunidad a tus aciertos. Hoy por ti, mañana por mi; tú me das algo, yo te doy un poco más... qué grandes lemas.
Qué suerte tenéis al no alcanzar la perfección, pero ser perfectos el uno para el otro!
Me muero de envidia!