En junio de 2006 pensaba que estaba embarazada, había estado un puente largo de viaje por Alemania y al volver no me bajaba la regla, estaba asustada, muerta de miedo y lloraba sin parar. El predictor me sacó de dudas. Negativo como una casa. Respiré aliviada.
Llevaba ya tres años casada y cuatro de convivencia en pareja pero mi instinto maternal era nulo. A puntito de cumplir 30 añitos no me veía criando a un bebé ni de lejos.
Pasó mi cumpleaños y de repente algo cambió dentro de mí. Con la llegada de la tercera década de mi vida empecé a desear ser madre. Sucedió sin darme cuenta pero prometo que me dejó estupefacta aquel cambio.
Viajamos a Madeira en agosto de vacaciones y empezamos a tener relaciones sin usar anticonceptivo. No pasaron ni dos meses cuando la cigüeña llegó y un test positivo me puso loca de contenta por Todos Santos. Llamé a mi madre gritando y la prudencia de mi progenitora me advirtió de que era demasiado pronto para cantar victoria. Hice caso omiso y seguí eufórica por tan sólo unos pocos días. El 15 de noviembre de 2006 y tras cuatro días de manchados y reposo tuve un aborto espontáneo. No hizo falta legrado, expulsé todo sola con la medicación administrada. Lloré, lloré, lloré. Me sumí en un profundo bache del que no sabía como salir. Tanto fue así que me convencí a mi misma de que no iba a poder tener hijos y viví en silencio aquella amargura intensa. No quería preocupar a mis padres, ni a mi marido, ni a mi mejor amiga que por aquel entonces esperaba a su primera hija.
Pasaron un par de meses y mi marido me propuso volver a intentar dejarme embarazada. Yo estaba desanimada pero accedí, convencida de que aquello no iba a salir bien.
Y la tortura siguió. Aquello no era buscar un bebé disfrutando. Cada mes me bajaba la regla y lloraba desconsolada. Teníamos relaciones programadas en función a lo días fértiles y a mí aquello me parecía tan triste y gris. Por aquel entonces ya tenía el blog en marcha y a veces escribía aquí para desahogarme tímidos textos donde dejaba latente mi malestar personal.
En junio de 2007 estaba hecha trizas y decidí que aquello no podía seguir así. Tenía 31 añitos y una vida por delante. Mis posibilidades de ser madre estaban ahí, y no debía hundirme en la miseria por un único intento fallido. Así que decidí tomarme el verano con relax, dejar de mirar calendarios de días fértiles y ser feliz.
Planeamos un viaje maravilloso a París y Londres aquel agosto y pasé algunos de los días más felices de mi vida por entonces tanto en la escapada francobritánica como en los posteriores días de fiestas en el pueblo.
En septiembre el milagro se obró y una noche maravillosa de sexo delicioso y romántico concebimos a mi hijo. Supe que algo había sucedido aquella noche y no sabía cómo explicarlo. Tenía un buen presentimiento. A principios de octubre confirmé mi embarazo pero hasta casi el cuarto mes de embarazo no osé a hacer pública la noticia por miedo a que se repitiera otra vez la mala experiencia del año anterior.
No tuve un buen embarazo. Náuseas, vómitos, pérdida de peso, pero todo el malestar se compensó el 15 de junio de 2008 cuando nació mi tesoro más grande, mi hijo.
A principios de este año empecé a plantearme la posibilidad de darle un hermanito a mi hijo. Hasta entonces lo había visto complicado. El trabajo, la falta de ayuda familiar, los horarios locos de mi marido, en fin no me veía yo criando a otro bebé tan seguido. Pero con los tres añitos de mi retoño a la vista la cosa cambiaba. Muchos factores me hicieron dudar como sabéis los que me leéis hace tiempo pero al final me animé y en abril empezamos la búsqueda.
En junio, tan sólo dos meses después, conseguí quedarme embarazada, pero desde el primer momento que lo confirmé con el positivo del test, a la vuelta de nuestro viaje al sur de Francia, un mal presentimiento me invadió. No sabría explicarlo, pero me sentía mal, lloraba sin razón en ocasiones y tenía muchas dudas. No acababa de creerme lo que pasaba, era como si el embarazo le estuviera pasando a otra persona. Era algo deseado, muy deseado sin duda, que mejor regalo que un hermanito le podía dar al amor de mi vida, mi hijo, y además con ello colmaría de felicidad a mi marido que deseaba ser padre otra vez con todas sus fuerzas, pero algo chirriaba. Ninguno de los dos hablábamos del embarazo, teníamos miedo y eso se notaba en el ambiente de casa. No dijimos nada a la familia más allegada hasta principios de agosto y con el resto de amigos y conocidos decidimos callar, preferíamos tomarlo con calma y esperar por lo menos hasta pasados los tres meses primeros.
Nos fuimos de vacaciones al pueblo y nuestro silencio continuó. Había tenido unas pocas de náuseas, pero de repente empecé a sentirme mejor, ahí fue el momento en el que sucedió todo, el embarazo se paró pero no me dio ningún síntoma salvo ese, ausencia de malestar, yo lo achaqué a que este embarazo iba a ser mejor que el anterior, pero me autoengañaba dado que en el fondo una voz me advertía que algo no iba bien. Aún con todo en fiestas del pueblo me porté bien, nada de alcohol, nada de excesos, salidas muy light, y horarios muy tranquilos. La semana siguiente aprovechamos para hacer alguna excursión al río y a la playa con amigos, fuimos al Ikea de compras, y visitamos Port Aventura. Vida relajada y vacacional. Pero el sábado pasado al llegar a casa tras una tarde de parque fui al baño y observé una ligera mancha marrón en el salvaslip. Cené preocupada y anulé la salida nocturna prevista a tomar un helado a la plaza con los amigos que habíamos planeado. Me acosté y aquella noche apenas pegué ojo. Fui al baño varias veces y observé que apenas había manchas. A la mañana siguiente el manchado era más importante y decidimos ir a urgencias al hospital donde tenía previsto tener a mi bebé. Volvimos a la ciudad y el médico de guardia tras revisarme me dio la mala noticia. El tamaño del bebé era tres semanas menor de las cuentas del embarazo y no se apreciaba ya latido. El embarazo se había interrumpido en la semana 7. Igual que en la anterior ocasión. Lloré, claro que lloré, pero le dije al ginecólogo que algo me decía que aquel embarazo no iba bien y él me respondió que el instinto de las mujeres es muy certero siempre.
Tampoco hizo falta legrado y he expulsado todos los restos con la medicación administrada. Fue duro ver caer el pequeño feto en el baño del hospital muy duro. Perder la vida no nata de tu hijo es estremecedor. Pero por mi pequeño tesoro esta vez he luchado y me he esforzado en sentirme mejor. No sé cuánto me costará estar bien del todo pero sí que he de reconocer que esta vez al menos he vivido ya la experiencia de ser madre y ésta me da otra perspectiva del drama que este final de verano me ha deparado.
Comentarios
Lamento muchísimo lo que te ha pasado y que hayas tenido unas experiencias tan duras. Pero estoy segura de que finalmente conseguirás tu objetivo, igual que tuviste a tu hijo. No será fácil pero si lo quieres, seguro que podrás.
Sólo puedo mandarte mucho ánimo y mis mejores deseos.
Imagino lo duro que ha tenido que ser y te admiro por intentar ser positiva y sacar fuerzas; sin duda el amor que sientes por tus dos hombres te va a ayudar mucho a ello.
Te mando un abrazo muy, muy fuerte y todo mi cariño.
Espero de todo corazón que vuestra búsqueda tenga éxito pronto y consigas ser madre de nuevo.
Te mando un abrazo muy grande y todo mi ánimo.
Que dificil por el momento que estas atravesando y gracias por compartirlo con nosotras. Desde muy lejos te acompañamos y te abrazamos....
Aveces todo parece tan injusto, no? Pero el tiempo lo acomoda y lo llena de sentido. Yo confió que hay un hermanito que está por venir y el sabé el momento justo! (por ahi quiere que lo busquen directamente en paris como a su hermano!)
Te abrazo profundamente en tu dolor....
besos, y cariños,
lucre
Carmen muchas gracias.
@Mousikh, lo he contado para desahogarme, y también para recordar las partes buenas y lo aprendido en todo este proceso largo de cinco años. Intento ser optimista siempre!!
María, eso es ahora hay una razón para seguir intentando estar bien, mi pequeño, y si llega un hermanito bien y sino pues es que no tiene que ser así. No hay más. Hay que pensar que ya tengo 35 añitos, y casi se me pasa el arroz, tiempo tampoco voy a tener mucho...
Juan, sí mis dos chicos son mis mayores tesoros!!!
Lucre, si tiene que ser será y sino pues no será, no?
Lo siento muchísimo.
Pero te digo q igual q vino alex, puede ocurrir otro milagro, estoy segura de ello.
Sé que lo conseguiremos. Somos unas mamás estupendas y tenemos dos hijos preciosos y muchas ganas de darle un hermanito a nuestros peques. Nuestro momento llegará, ten Fe en que así será.
No puedo ni imaginarme como debe sentirse una madre en una situación así.
Ya sabes que, para lo que necesites, aquí estamos.
Un beso enorme