Regreso de tirar la basura, llamo al ascensor, la puerta se abre ante mí. - ¡Hola! - ¡Hola! ¡Cuánto tiempo sin vernos! No parece que seamos vecinas. - Efectivamente, no coincidimos para nada. ¿De vuelta a casa ya? - Bueno, sí, he aprovechado el día libre para ir a ver a mis padres y ahora me doy una duchita, me arreglo un poco y saldré un ratillo. - ¡Aha! Yo me voy a hacer la cena que ya va tocando. - Sí, ya es hora. - Venga pues, adios, me he alegrado de verte. - Igualmente. La puerta del ascensor se ha cerrado tras de mí y un extraño pensamiento ha atrapado mi mente. Mi vecina del ático, casi cuarenta tacos, mujer de bandera, soltera, con estilazo propio, está a punto de convertir esta noche de jueves en otra de sus noches de jueves de fiesta, su vida es lo más parecido a un capítulo de SEXO EN NY, mientras, yo, treinta y una primaveras, mujer a secas, sin banderas de nuestros padres ni "na", casada, en pirata vaquero azul, pelo revuelto por el viento, y camiseta de algodón...
El mundo visto con humor, amor y mucha tolerancia.