A las doce en punto llegó el cartero, como siempre. Daniela lo esperaba vigilando entre los ventanales amplios del salón, aguardó un par de minutos más, asomó la cabeza de nuevo, lo vió torcer la esquina y entonces salió disparada escaleras abajo en dirección al buzón. Lo abrió con cuidado y entonces lo vió claramente por primera vez. Allí estaba, efectivamente, una caja de tamaño mediano, envuelta en papel azul cielo y dirigida a su nombre. Subió pausada por las escaleras con la sonrisa ampliamente esbozada y la emoción de quien va a abrir un regalo muy esperado. Retiró el envoltorio, quitó la tapa de la caja de cartón que había dentro y observó encantada su presente: EL LIBRO DE LAS ILUSIONES de Paul Auster y una nota escrita con caligrafía irregular, adjunta en un post-it al lomo del mismo, con el siguiente frase: "Tú eres mi ilusión".
Una lágrima resbaló traviesa por la mejilla de Daniela. Las yemas de los dedos corrieron prestas a acariciar aquel objeto que hacía poco había estado en sus manos, aquellas manos que habían tocado aquel libro especial y que algún día, si la vida decidía ser generosa con ambos, encontrarían su piel.
En los siguientes minutos la joven dejó volar su imaginación, aquel paquete, aquella cajita encontrada detrás del envoltorio azul y su especial contenido, significaban mucho más de lo que cualquiera, ajeno a ellos, podría pensar. Era una conexión precisa, una enlace directo y tangible, entre dos mundos lejanos y distantes en el espacio, pero unidos por la palabra y la voz durante largo tiempo a través del viento. Un viento que era testigo mudo de aquella historia imposible, pero profunda, un viento que escuchaba gratuitamente sus deseos y sus esperanzas, los de dos personas que a pesar de las adversidades, de las pasiones contenidas, de lo largos y odiosos veranos, de las confesiones escondidas a media noche, de los silencios involuntarios, de los muros construídos entre ellos antes de que todo empezara, de todos los obstáculos que había en sus respectivos caminos, luchaban por mantener viva una llama inagotable de amor sinecero que se entremezclaba y daba sentido a la siempre aturdidora complejidad de sus vidas.
Una lágrima resbaló traviesa por la mejilla de Daniela. Las yemas de los dedos corrieron prestas a acariciar aquel objeto que hacía poco había estado en sus manos, aquellas manos que habían tocado aquel libro especial y que algún día, si la vida decidía ser generosa con ambos, encontrarían su piel.
En los siguientes minutos la joven dejó volar su imaginación, aquel paquete, aquella cajita encontrada detrás del envoltorio azul y su especial contenido, significaban mucho más de lo que cualquiera, ajeno a ellos, podría pensar. Era una conexión precisa, una enlace directo y tangible, entre dos mundos lejanos y distantes en el espacio, pero unidos por la palabra y la voz durante largo tiempo a través del viento. Un viento que era testigo mudo de aquella historia imposible, pero profunda, un viento que escuchaba gratuitamente sus deseos y sus esperanzas, los de dos personas que a pesar de las adversidades, de las pasiones contenidas, de lo largos y odiosos veranos, de las confesiones escondidas a media noche, de los silencios involuntarios, de los muros construídos entre ellos antes de que todo empezara, de todos los obstáculos que había en sus respectivos caminos, luchaban por mantener viva una llama inagotable de amor sinecero que se entremezclaba y daba sentido a la siempre aturdidora complejidad de sus vidas.
Comentarios
No me dejes así, por favor.
Y los veranos, aunque toque pasarlos trabajando y haga más calor que en la vida, nunca son odiosos.
Muy bien escrito,;)
pd: qué extraño poder tienen las dedicatorias,eh? y mira que pueden llegar a ser sencillas... pero son tan especiales...
Salud!
Hoy "touché". (ese teme me encanta)
Besos.
Ah! En lo del verano no estoy de acuerdo, si no fuera por las vacaciones, lo detestaría, el calor me agobia y me aplasta, dame frío cien mil veces más!!
Sett: Te remito a la respuesta que le he dado a Zar. Me alegro que te guste cómo lo he escrito.
Juan: Voilà la historia podría seguir así como tú cuentas, por ejemplo, porque tiene un final abierto, de los que a mí me gustan, ya sabes. De todos modos con este pequeño relato intentaba plasmar lo absolutamete maravilloso que puede resultar a veces recibir algo tangible de alguien especial con una dedicatoria que te toca muy muy a dentro, no sé. Eso quería transmitir, no sé si lo he conseguido. Saludos!
Mae: Me encanta que te encante... y lo sabes, verdad?
Dext: Mi materialista amigo, ya lo sé, a ti lo que te den que te lo den en metálico, verdad? Jejeje!!
Besos acertada escritora...
Del verano me gusta todo, sobre todo las noches. ¡Viva la de San Juan! más que nada porque es, simbólicamente, la primera del verano.
Elbé, ahmmm, sí recuerdo ese post maravilloso tuyo, ahí empecé a engancharme a tu blog, a tu buen gusto, a tus fotos, a todo ese mundo del que hablan las canciones, ya sabes...
besos
PD. ¿Has visto que aplicada he sido con tu meme?