Dos años ya desde la última vez que hablé contigo, que besé tu frente, que te miré, que me miraste, que me tomaste las manos, que me hiciste sentir especial, dos años ya, lo pienso y parece que fue ayer, sí, parece que no haya transcurrido excesivo tiempo desde que tuve que despedirme de ti, desde que nos dejaste y mi mundo cambió para siempre. Algo se fue, algo vino a mí.
Ahora tomándome una taza de café caliente, humeante y dulce como a mí me gusta, como a ti te gustaba, recuerdo aquella tarde perfectamente, todos sabíamos que te quedaban pocas horas de vida, tú también, tus ojos vidriosos, agónicos, pero llenos de cariño no paraban de mandarnos señales. Nos manteníamos firmes al pie de tu cama pero cuando salíamos al frío pasillo del hospital rompíamos a llorar, nos derrumbábamos.
Ahora que sopla el viento afuera en esta desapacible tarde no olvido el instante en el que llevando al amor de tu vida de vuelta a casa le prometí que jamás estaría sola. No lo estuvo en los cincuenta y dos años que compartió contigo, y ahora que te has ido tampoco lo ha estado. Puedo asegurártelo. Algunos le han fallado y mucho, ojalá desde donde estás no puedas verlo, no me gustaría que sufrieras observando cómo se han despedazado algunas cosas. Pero ella ha seguido arropada por quienes la queremos de verdad, como tú la supiste amar, y ahora que vuelve a necesitarnos mucho más que nunca nos tiene, quiero que lo sepas, puedes descansar tranquilo.
Podría escribir esto cualquier día, no te quepa duda de que siempre tengo algún momento para dedicarte mis pensamientos, cómo olvidarte, imposible, cómo olvidar al mejor abuelo del mundo, no lo haré jamás, pero hoy hace dos años que ya no estás conmigo, y creo que lo mejor que puedo hacer para recordarle al mundo que me regalaste muchos de los mejores momentos de mi vida es dedicarte este post en mi rinconcito especial del ciberespacio, porque sé que te gustaría, porque sé que te haría sentir bien, porque te lo merces todo. En definitiva porque te quiero abuelo. Te quiero.
Ahora tomándome una taza de café caliente, humeante y dulce como a mí me gusta, como a ti te gustaba, recuerdo aquella tarde perfectamente, todos sabíamos que te quedaban pocas horas de vida, tú también, tus ojos vidriosos, agónicos, pero llenos de cariño no paraban de mandarnos señales. Nos manteníamos firmes al pie de tu cama pero cuando salíamos al frío pasillo del hospital rompíamos a llorar, nos derrumbábamos.
Ahora que sopla el viento afuera en esta desapacible tarde no olvido el instante en el que llevando al amor de tu vida de vuelta a casa le prometí que jamás estaría sola. No lo estuvo en los cincuenta y dos años que compartió contigo, y ahora que te has ido tampoco lo ha estado. Puedo asegurártelo. Algunos le han fallado y mucho, ojalá desde donde estás no puedas verlo, no me gustaría que sufrieras observando cómo se han despedazado algunas cosas. Pero ella ha seguido arropada por quienes la queremos de verdad, como tú la supiste amar, y ahora que vuelve a necesitarnos mucho más que nunca nos tiene, quiero que lo sepas, puedes descansar tranquilo.
Podría escribir esto cualquier día, no te quepa duda de que siempre tengo algún momento para dedicarte mis pensamientos, cómo olvidarte, imposible, cómo olvidar al mejor abuelo del mundo, no lo haré jamás, pero hoy hace dos años que ya no estás conmigo, y creo que lo mejor que puedo hacer para recordarle al mundo que me regalaste muchos de los mejores momentos de mi vida es dedicarte este post en mi rinconcito especial del ciberespacio, porque sé que te gustaría, porque sé que te haría sentir bien, porque te lo merces todo. En definitiva porque te quiero abuelo. Te quiero.
Comentarios
Y de mis abuelos me acuerdo mucho, hay un vínculo curioso con los nietos, no sé porqué... será eso que dicen de la cercanía entre la vida y la muerte.
Un abrazo!
Salud!
Un beso para el mío, que se fué hace 20 años pero me acompaña cada día.
Mari: Me alegra haberte emocionado, eso significa que la historia te ha llegado al corazón de un modo especial, y es que mi abuelo era muuuuy especial!