El lunes a través de Twitter (sí ese diabólico y enfermizo invento que absorbe tantas horas de mi vida -xddd he de reconocer que empiezo a tener un problema grave- pero que resulta ser la única forma digna de saber qué acontece en este mundo) supe que estábamos ante el día oficialmente más triste del año. Me pilló por sorpresa porque justo venía de un finde maravilloso, casero, con mis dos chicos y cargada de energía positiva hasta los topes. Pero como yo soy mucho de empatizar si hay que ponerse triste pues me pongo no vayamos a hacer el ridículo tampoco, y con ese espíritu llegué a la oficina a ver qué ambiente se cocía por allí. Efectivamente la gente el lunes no estaba para tirar cohetes. Caras largas, de sueño, apáticas, vamos un funeral casi. Así que copy y paste. Yo sería y formal no fuera que soltara alguna bromita simplona y me devolvieran algún moco feo. Al salir de la ofi y ya en casa escribí el post "La preguntita", leedlo y veréis que de blue nada. Después me fuí a recoger a mi tesoro al cole y él de cara larga nasti de plasti. Alegre como unas castañas así que nos dispusimos a jugar toda la tarde juntitos en casa que hacía mucho frío y no apetecía airearse nada. El bluemonday acabó siendo un monday a secas tirando a brightmonday. No sé como me lo monto que siempre voy al revés el planeta. Antes de Navidades estaba todo el mundo alegre y tirando cohetes y yo andaba agobiadísima. Y el lunes era justo al revés, y mira que me había bajado la regla y ya sabéis que en mis circunstancias que me baje la regla suele cabrearme, pero mira tú por donde que me pilló positiva la cosa y ahí sigo. Bueno no lo voy a gritar muy fuerte no sea cosa que se me acabé el positivismo en un plis plas.
Te hablo de unas coordenadas. Te hablo de un punto en el mundo. En la tierra. Un punto de inflexión en mi vida. En tu vida. En la nuestra. Y un día de abril por la tarde dimos el paso. Ahora ya no hay marcha atrás. Hace 12 años que mi corazón late más fuerte de lo normal. A veces lo hace a un ritmo pausado pero cuando te siento mi pulso se acelera y ya no hay marcha atrás. No había sido mujer de flirteos jamás. De hecho creo que no sé flirtear. Y me ha desconcertado siempre que alguien intente flirtear conmigo. Pero recuerdo cuando tú empezaste a hacerlo conmigo tan directamente, en aquel entorno virtual que ahora me parece lejano y confuso. Tocaste mi fibra sensible hablándome de lo que sabes que me apasiona, el cine. Y quise huir. Me resistí. Sabía que no estaba bien. Pero qué es lo bueno y lo malo? Cómo puede ser malo algo que te hace sentir feliz? La distancia fue una bendición para salvar el peligro que suponía sentirme tan atraída por ti. Una vez nos acercamos...
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