Últimamente leo con orgullo que algunas bloggers que sigo van a empezar o están empezando a formarse como asesoras en lactancia materna. También contemplo feliz como muchas madres continúan con su lactancia materna durante mucho tiempo y se sienten orgullosas. Me da rabia haber dejado de dar pecho a mi hijo con tan sólo 15 meses. Si en su momento hubiera estado correctamente asesorada hubiera seguido haciéndolo, seguro. Pero a lo hecho, pecho, y nunca mejor dicho. Eso pasó y si tengo la suerte de volver a tener otro hijo sé que ahora voy a hacer las cosas de otro modo, y si tengo dudas, o problemas, o consultas diversas, sabré a quien dirigirme. Si no puede ser no será, pero no me rendiré fácilmente en cuestión de lactancia materna. Yo estando embarazada de mi peque tenía claro que quería darle pecho, sabía que era lo mejor para mi hijo, no lo dudé ni un instante. Al nacer mi niño todo salió bastante bien en ese sentido, pero si hubiera tenido muchos problemas, qué habría pasado. Me habría rendido tal vez. Hubiera luchado con mis armas. Sólo sé que no tenía suficiente información ni sabía donde acudir.
Pero lo que quería contar hoy es que a mi alrededor (y no cuenta la blogsfera donde sucede todo lo contrario) sólo veo casos de madres que se rinden enseguida tristemente. Concreto con un caso. El lunes fui a ver a una compañera de trabajo que fue madre a mediados de agosto. Su niña con tan sólo 15 días ya recibía pecho y biberón. Me dijo que la niña crecía bien pero como con su anterior hija le dijeron que combinara biberón pues ahora hacía lo mismo para que se alimentara correctamente. Imaginaos, ya había tirado la toalla, yo claro insistí y le dije que se olvidara del biberón, que la niña crecía bien y que el pecho era suficiente, pero entonces me dijo que había tenido que ir a una boda (una semana después de parir, cosa que considero una locura) y que había acostumbrado a la niña a un poco de leche artificial para poder dejársela todo el día a su madre. Y volvemos a lo de siempre. No nos adaptamos al ritmo de vida nuestros hijos recién nacidos, les adaptamos a ellos a nuestro ritmo de vida y eso a mi parecer no está bien. Yo me callé porque entendí que su visión de la maternidad no tiene nada que ver con la mía. Pero la sensación de que aquella había sido una triste rendición no me la quitó ni me la quita nadie.
Pero lo que quería contar hoy es que a mi alrededor (y no cuenta la blogsfera donde sucede todo lo contrario) sólo veo casos de madres que se rinden enseguida tristemente. Concreto con un caso. El lunes fui a ver a una compañera de trabajo que fue madre a mediados de agosto. Su niña con tan sólo 15 días ya recibía pecho y biberón. Me dijo que la niña crecía bien pero como con su anterior hija le dijeron que combinara biberón pues ahora hacía lo mismo para que se alimentara correctamente. Imaginaos, ya había tirado la toalla, yo claro insistí y le dije que se olvidara del biberón, que la niña crecía bien y que el pecho era suficiente, pero entonces me dijo que había tenido que ir a una boda (una semana después de parir, cosa que considero una locura) y que había acostumbrado a la niña a un poco de leche artificial para poder dejársela todo el día a su madre. Y volvemos a lo de siempre. No nos adaptamos al ritmo de vida nuestros hijos recién nacidos, les adaptamos a ellos a nuestro ritmo de vida y eso a mi parecer no está bien. Yo me callé porque entendí que su visión de la maternidad no tiene nada que ver con la mía. Pero la sensación de que aquella había sido una triste rendición no me la quitó ni me la quita nadie.
Comentarios
Un beso.
15 meses me parece todo un logro! Más como están las cosas hoy en día que normalmente a las 16 semanas tienes que combinar lactancia y trabajo... si consigues amamantar más allá del año "en el mundo real" eres un auténtico bicho raro ;-)
Triste lo que cuentas de tu compañera, triste sobre todo para el bebé, no solo por el pecho sino por la disposición que se entrevee.
Abrazos exitosos!
¿Qué tal el cole? Que espero tu post contando los inicios!!!
Mi experiencia en el tema es muy distinto al vuestro, me hubiera encantado dar el pecho y que mi hijo fuera un bebé rollizo enganchado a la teta por mucho tiempo, pero no pudo ser. Y no me rendí rápidamente, simplemente si una madre no puede alimentar a su hijo resulta muy fustrante, agudizado por la presión de un entorno el cual sólo hace que resaltar y recordar los múltiples beneficios de la lactancia y lo pésima madre que te llegan a hacer sentir por no ser una vaca lechera... En el hospital en el que parí se potenciaba la lactancia hasta límites casi nazistas, probé pezonera, hora tras hora enchufar a mi hijo al pecho para que se cogiera, succionarme con un sacaleches para producir más y de mejor calidad leche... pero nada. Mi hijo se quedaba dormido tras la inútil insistencia, para luego llorar como un desconsolado con unos gritos que se clavaban en mi corazón como si fueran agujas, perdía peso de una forma precipitada y alarmante... así durante un eterno (para mí) mes y medio... entonces probé darle biberón y terminó la pesadilla (y tortura para ambos) Lo mío fue por una cuestión fisiológica, no estaba en mis manos, pero apoyo a cualquier madre que por elección propia decida no dar de mamar a su hijo, sea por las cicunstancias que sea, ser madre no implica dejar el resto de las esferas de tu vida de lado, si no que es un ámbito más, maravilloso y tal, pero hay más vida más allá de criar hijos... Y conste que soy partidaria de durante determinado periodo inicial de la vida del bebé son los padres quienes tienen que adaptarse a ellos y no el recién nacido a sus ritmos de vida habituales, pero cada cual debe hacer lo que considere más conveniente... A mí, aquel mes y medio me suposo rozar una depresión. Un saludo a todas y no se me ofendan, eh? :)
Creo que otro punto de vista siempre es necesario.