La pringada de servidora se imaginaba que iba a tener hasta síntomas de cambio de presión en los oídos con eso de viajar bajo el mar por el Canal de la Mancha, una iba avituallada hasta con un paquete familiar de chicles Orbit sin azúcar que no provocan caries y que encima te hacen una limpieza bucal que ni el mejor dentista de Clínica Vitaldent ha conseguido jamás de los "jamases". Pero sorprendentemente no pasó nada, leñes de no ser por un grupito de americanitos superguays y superchachis que viajaban al lado, que gritaban más que Robin Williams en UNA JAULA DE GRILLOS y que no paraban de grabar con su megacámara que te mueres, no me entero ni de que nos metíamos ya en el túnel, como siempre voy dormitando cual marmota... Menos mal que andaba bien despierta al llegar a Waterloo Station. Manejarse con el famoso "tube" de Londres el primer día y con las lagañas pegadas a los ojos no debe ser lo que se dice una experiencia recomendable por la Guía Michelín.
Y por fin llegamos al centro de Londres, al mismísimo Westminster que es donde estaba ubicado nuestro coqueto hotel. Una llega a cualquier ciudad, pongamos por ejemplo una que a mí me es muy querida, Zaragoza, y dice vale es esta ciudad porque me lo creo y porque me lo dicen, pero hasta que no ve la Pilarica no lo acaba de constatar. En cambio con Londres eso no pasa, una sale a una calle londinense y sabe que está allí, no falla, su conducción izquierdista, sus autobuses, sus taxis, sus cabinas, todo es tan auténtico y original que es imposible confundir esta magnífica urbe con otra. Bueno a lo mejor sí pasa con Barcelona, porque una llega se le apaga la luz, y dice ostras estoy en la capital catalana, no falla, no hace falta ver la Sagrada Família para cerciorarse. Pero vaya quitando esta excepción creo que sí podemos afirmar con rotundidad que Londres es verdaderamente única y especial. Así que no se puede perder el tiempo una vez estás allí. Dejamos las maletas en el hotel y ale a patearla, a conocerla, a vivirla, a experimentarla. Y como no, estando en Westminster nuestros primeros pasos nos direccionaron hacia un lugar más que evidente... el reloj más famoso del mundo, el Big Ben!
Sí, sí, llegas, ves el Big Ben, haces la foto de rigor, te pellizcas y ya está, ya estás es Londres. A partir de ahí todo es coser y cantar. Bueno no exactamente, a partir de ahí empezó para mí la cruda confrontación con la realidad: mi inglés está más oxidado que los restos del Titanic. Pero bueno pelillos a la mar. Hay que salir victorioso de la situación. Y qué mejor modo que dando un tumbo por los alrededores de la Abadia de Westminster, las Casas del Parlamento y direccionar nuestros pasos hacia el omnipresente e inquietante London Eye. Pero antes de acceder al mismo descubrimos que alguien nos estaba vigilando. Oh no, pero si son las fuerzas del Imperio!!!
Menos mal que esta vez me había dejado en casa la camiseta de "Abajo Darth Vader", que sino no salgo viva para contarlo. Y tras este pequeño susto logramos subir al ojo de Londres. Las vistas desde allá arriba eran impresionantes como podéis observar en el post que colgué recientemente en Diversidad Diacrítica. Como dato curioso os adjunto esta foto con la perspectiva del pie de mi marido en el punto más alto que alcanza esta noria, la más grande del mundo.
Después de tener una visión panorámica estupenda de la ciudad y avistar no muy lejos de allí el Palacio de Buckingham decidimos que aquel sería nuestro siguiente destino. El "sencillo" chalet de la reina me hizo pensar cuanto polvo habría que sacar y cuantos kilómetros de suelo habría que fregar y me autoconvencí engañándome a mí misma de lo práctico que es vivir en mi super práctico piso, ejem, ejem... Después un paseo bucólico por los maravillosos Saint James Park y Hyde Park me devolvieron la paz de espíritu que necesitaba.
Al tiempo que también me recordaron cuan originales son estos británicos, hasta los arbustos tienen formas curiosas!
Después de aquel estupendo y larguísimo paseo a Aru le fallaban las fuerzas pero volviendo al hotel nos topamos "accidentalmente" con Harrod's y claro como comprenderéis no pude resistirme a mi vena más consumista y superficial, así que entré. Sí entré y salí. Porque fue ver los precios y casi sufro una parada cardiorespiratoria, bufff!! Luego volví a entrar pero ya a la zona de comidas (que es francamente espectacular y que os animo que visitéis porque realmente vale la pena ver) que me recomendó Mer y allí satisfice mis impulsos comprando una riquísima cena para llevar que como no contenía de postre uno de esos famosos y riquísimos "scoones" de los que tan bien me habían hablado. Y dando buena cuenta de la misma dimos por finalizada nuestra primera jornada londinense.
TO BE CONTINUED...
Comentarios
De todos modos me encanta cualquier parque de Londres, y tienen tanto encanto teñidos de marrón o de verde.
Yo en Harrods compré souvenirs, prácticamente me lo comí todo en España. Pero algun dia me compraré un picnic y me lo tomaré en el Hyde Park!
La foto te delata: los soldados de asalto imperiales te perseguían, joven Jedi Arual.
Además, lo sé porque eres muy predecible (jiji) y sobre todo muy friki.
Que la Salud te acompañe!
Mer: Nosotros no los visitamos por ese motivo, me hacía ilusión verlos por tu recomendación (que sepas que me llevé tu mail impreso en el bolso), pero bueno otra vez será. Ah! Y también compré galletitas de Harrod's como souvenir a la familia, quedaron encantados efectivamente como me dijiste.
Juan C.: Aysss sí como me conoces, soy una freaky sin remedio, las fuerzas imperiales trataron de darme caza sin éxito, mi espada laser se portó como una campeona!
Juan R.: Nunca se sabe amigo, nunca se sabe cuando los secuaces de Vader acechan, así que mantente atento!
mmmmmmmmmm
P.D.: Continúo de vacaciones...jijiji
Vargt: Esto deja ya de intentar zamparte el scoone por la pantalla igual te cargas tu pc animal de granja! ¿Asi que sigues de vacaciones? Mmmmmm no me digas!
Canichu: Jejeje!! Estando en Londres no hubiera sido nada extraño...