Estoy brillando y palideciendo a la vez. Curiosa situación. Tú andas iluminándome todo el tiempo y lo sabes, pero todavía hay otra fuerza intensa que emana de un punto lejano y que sin que yo pueda evitarlo me transmite mucha más luz. He buscado respuestas a preguntas complejas, he tratado de resolver ecuaciones de múltiples incógnitas y las matemáticas también me han dado la espalda, ellas que nunca me fallaban, se estan negando a mostrarme la fórmula mágica oculta. Mi lógica se ha derramado por el suelo. Hay pedacitos por todas partes. Tengo miedo. Brillo y palidezco en el mismo instante. Esa mano que me acunó ahora se aleja y por mucho que luche no logro alcanzarla en la distancia, quiere huir, lejos de mi epicentro, lejos de lo que fuimos alguna vez, lejos de lo que imaginé que quisimos ser. Y yo ya no puedo llorar. No me escucha, sólo habla, y sus palabras empiezan a ser ruído de fondo sin sentido para mí. Tengo pánico. Sigo brillando y palideciendo al mismo tiempo. Ansío mi sueño más que nunca y me frustro al no lograrlo. Sueños como el mío caen alrededor, como gotas de lluvia fina y dispersa que no moja, solo cala hasta los huesos, hasta el último hueco de mi lángida memoria. Sonrisas de esperanza vana se apagan ante mis ojos y yo no encuentro consuelo para ellas, como tampoco lo encuentro para mí. Tengo desilusión. Mañana abriré los ojos y empezaré un nuevo día, tú me regalarás de nuevo esa fuerza vital y desmedida que albergas en tus ojos y que yo necesito cada mañana, pero hoy otra energía ya ha empezado a impulsarme, en forma de paloma mensajera, que deja sus palabras envueltas en papel de arroz e impulsadas por el viento, pero que luego vuelta alto y se va, lejos de mí, lejos de todo lo que soy.
Te hablo de unas coordenadas. Te hablo de un punto en el mundo. En la tierra. Un punto de inflexión en mi vida. En tu vida. En la nuestra. Y un día de abril por la tarde dimos el paso. Ahora ya no hay marcha atrás. Hace 12 años que mi corazón late más fuerte de lo normal. A veces lo hace a un ritmo pausado pero cuando te siento mi pulso se acelera y ya no hay marcha atrás. No había sido mujer de flirteos jamás. De hecho creo que no sé flirtear. Y me ha desconcertado siempre que alguien intente flirtear conmigo. Pero recuerdo cuando tú empezaste a hacerlo conmigo tan directamente, en aquel entorno virtual que ahora me parece lejano y confuso. Tocaste mi fibra sensible hablándome de lo que sabes que me apasiona, el cine. Y quise huir. Me resistí. Sabía que no estaba bien. Pero qué es lo bueno y lo malo? Cómo puede ser malo algo que te hace sentir feliz? La distancia fue una bendición para salvar el peligro que suponía sentirme tan atraída por ti. Una vez nos acercamos...
Comentarios
Mari: Arrullémonos!!!!!