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Martes de carnaval.

Hoy acaba el Carnaval, esa fiesta en la que nada es lo que parece. Tal vez esa sea la razón por la que no es una de mis predilectas. A mi me gusta mostrarme tal como soy, y soy transparente, desconozco si eso es una virtud o un defecto, pero soy así y me gusta. Así que si valoro este evento es sencillamente porque es uno de aquellas ocasiones en las que nos reunimos todos los amigos de la pandilla habitual para hacer algo juntos, normalmente siempre falla alguien, pero hay cuatro o cinco veces al año en que estamos todos y ésta es una de ellas. Pensar el disfraz, organizar la cena, buscar los accesorios de última hora, vestirnos en la bodega de C. y P., salir en tropa, pasar la noche juntos, reirnos, bailar, beber, disfrutar en definitiva. Llevamos muchos años haciéndolo y siempre acabamos coleccionando historias y aventuras que recordamos tiempo después. Y luego están las fotos, esas sí que no tienen desperdicio. En fin que aunque en si el Carnaval no me entusiasma, celebrarlo con mis amigos en cambio me encanta. En cualquier caso y aún con todo es una fiesta que me desconcierta, como he dicho nada es lo que parece, todo el mundo adopta otro rol y parecen estar encantados. De repente la gente con la que te sueles relacionar son distintos, se muestran más atrevidos, o más tímidos, diferentes al fin y al cabo, tras su máscara, a veces real otras veces ficticia, y yo me descoloco. Este sábado sin ir más lejos me sucedió algo curioso. Andaba yo en medio del meollo bailando y de repente alguien se me acerca por la espalda, me coge de la cintura con delicadeza y me zarandea suavemente. Me doy la vuelta y veo que se trata de un chico, su complexión fuerte así me lo indica, que se esconde tras una extraña máscara de terror. Él no me habla, sólo se mueve alrededor de mí y mientras yo le miro atónita se va alejando entre la multitud. Extrañada me acerco a una amiga y le pregunto si sabe quién es. Me responde que no. Pasa el rato y me olvido. Al cabo de un par de horas me encuentro en otro local bailando, y de repente de espaldas, vuelve a acercarse alguien de nuevo, las mismas manos que antes me atrapan la cintura y yo vuelvo a girar mi cuerpo para ver de quien se trata. Qué sorpresa tengo cuando me doy cuenta de que se trata de un amigo de los de toda la vida, de esos con los que has jugado en la infancia, has compartido experiencias adolescentes y a pesar de los años y de que la vida os ha deparado caminos distintos, seguis conservando una buena relación, una grata amistad. Ahora él viste de calle y ya no lleva ningúna máscara. Nos abrazamos, nos damos un par de besos y empezamos a entablar una conversación distendida y animada sobre cómo nos van las cosas y cómo llevamos la noche, le cuento que antes no le había reconocido pero que al volver a vernos sí he notado que aquellas manos eran las mismas, que aquel gesto era de alguien que me resultaba muy familiar. Él me sonríe y me dice que evidentemente se ha fijado en mi desconcierto, y que se alegra de haber sorprendido a alguien como yo, que lo conoce tan bien. Su disfraz ha funcionado, su otro yo ha sabido envolver al propio y dejarlo invisible por un buen rato. Es ahí dónde intuyo que radica el éxito de esta fiesta. Creo que poder ser otro, ser actor por una noche, salir de la vida propia por unos momentos y embutirnos en otra es algo que al parecer atrae y gusta. Por algo existe la profesión de actor. Yo sin embargo prefiero evadirme viendo una película, o leyendo un libro, salir así de mi vida e imaginarme en otras, verme reflejada en otros mundos de este modo, siempre usando mi imaginación, o escribir algún relato tomando aspectos de mi vida, o de otras historias que conozco, mezclarlas, agitarlas fuerte y formular nuevas vivencias, y así evadirme. Supongo que al fin y al cabo la esencia está ahí, en huir de la realidad y de la rutina, y reinventarse a uno mismo, aunque sea por un breve lapso de tiempo. Yo prefiero evitar las máscaras. Al parecer otros no. Lo que me da más miedo es pensar que esas máscaras a veces no sólo se usan en Carnaval, sino más allá de la fiesta que hoy concluye por este año...

Comentarios

Duna ha dicho que…
Creo que a veces no es que sean máscaras lo que la gente muestra, sino facetas.

A mí al menos me ocurre, hay facetas que muestro a unos y otras que muestro a otros.

Intentaré ponerte un ejemplo...aunque no se si se me entenderá mejor o al contrario la liaré más...

Cuando hablo con gente que tiene niños hablo de una parte de mi....que evidentemente no hablaré con otros, porque no es tema común. No es que esconda mi calidad de madre, sino que no la exhibo permanentemente.

Eso no es llevar una máscara, creo, sino que cada uno muestra una parte de su persona que puede ser diferente dependiendo del círculo en que se mueva.
Arual ha dicho que…
Te entiendo perfectamente, eso lo hago yo también, fuera del trabajo, no hablo del trabajo, por ejemplo, porque es un rollo y no es un aspecto en común con por ejemplo mis padres o mis amigos.
Saludos y buen martes guapa!
Anónimo ha dicho que…
besos niña transparente, usted es de mi club, y le pasé la meme
Anónimo ha dicho que…
Por reunirse está bien pero yo odi el carnaval, porque ya es suficiente con ir disfrazado de persona
Arual ha dicho que…
Mari: Graciassssssss, seguiré con el juego!!! Y que te diré, que el club transparente es el mejor, a que sí????

Hoichi: Ahí iba yo, que lo mejor es la reunión de amigos, el resto, pues como que no va conmigo... Ups espero que no te importe que te haya enlazado.
Harry Reddish ha dicho que…
como dice la canción A felicidade, se acaba la ilusión de un año, esto es, el carnaval y comienza la rutina y la vida corriente. bueno, eso es en el caso de Brasil (ellos tan carnavaleros). por mi parte decirte que me encanta el carnaval, en cuanto a lo que de festivo tiene. quizás no me fije en las máscaras, sino en la alegría que desprende esta fiesta (como la que has comentado en tu entrada). particularmente, creo que hay bastantes máscaras en el trato de las personas. Creo que sólo son poses y la magia reside en retirar esas máscaras y conocer a la persona que hay debajo. Eso es difícil, porque la vida que llevamos nos impide detenernos en observar lo que tenemos enfrente y muchas veces el que tenemos en frente no nos deja ver lo que lleva tras de la máscara (ya me he enrollado..., lo siento). En cualquier caso, me alegra mucho que hayas podido disfrutar de la alegría del carnaval... y ya sabes, como dice la canción, el año que viene vendrá otro carnaval. Besos
Arual ha dicho que…
Harry suena un buen plan ese de retirar máscaras y conocer a quien reside bajo ellas. Aunque lo difícil es hacerlo y no siempre se dejan quitar...
Anónimo ha dicho que…
Yo me apunto a quitarme mis propias máscaras; me quedo con las másbaratas que, para lo que se puede comprar con dinero, son las mejores.
Soy teatrero, lo reconozco, pero quizás intento representar lo que verdaderamente quiero ser, o soy, o yo que sé, que me lío.
De todas formas, los ojos no mienten.
Salud!
Arual ha dicho que…
Juan: Me encanta mirar a los ojos, siempre me indican cuando alguien me da buenas vibraciones o no... Además para verlos no se admiten las máscaras, ¿no?
Mireya ha dicho que…
El carnaval es un gran invento,es esa compuerta , esa válvula de escape social , que cuando funcionaba bien , era maravillosa, estipular el permiso del descontrol y que la gente haga ejercicio de él es fantastico, pero creo que en nuestras sociedades está todo mezclado, y es un caos.Justo he posteado en relación al clown y cómo en realidad en esa disciplina una se pone la naríz ( máscara), pero en realidad se desnuda.Saludos.
Arual ha dicho que…
Mireya: Sí esa es la idea, el concepto religioso del Carnaval como fiesta previa al periodo de Cuaresma, con permiso para el descontrol, aunque en nuestros días este concepto ande desfasado y no tenga demasiado sentido.
Visitaré tu blog y leeré ese post tuyo sobre el clown.
Saludos!!!

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