Ir al contenido principal

La biblioteca.

Ayer descubrimos la biblioteca de la ciudad en la que ahora vivimos. Está relativamente lejos de casa y de momento no nos habíamos acercado aún porque siempre me ha gustado comprarle cuentos a mi hijo, porque yo de toda la vida fui muy de tener mis propios libros, aunque en mis años de lectora compulsiva acudía también al préstamo bibliotecario o de amigos para saciar mi sed lectora, y la verdad es que hasta ahora no se me había ocurrido ir. Así que cuando ayer tarde de Sant Jordi paseando por la ciudad para ver el ambiente nos plantamos en la puerta de la biblioteca, que por ser un día especial para la lectura estaba muy concurrida, tuve una grata sorpresa. Y mi hijo no os quiero contar la cara de alucine al ver tantos cuentos juntos. Las instalaciones son muy buenas y los espacios habilitados para que los más pequeños de la casa se familiaricen con la lectura son fantásticos. Pasamos un rato muy agradable escogiendo cuentos y leyendo. Sin duda repetiremos y a lo mejor incluso nos animamos a empezar a pedir prestado alguno para casa.

Comentarios

Bailarete ha dicho que…
Pues que suerte, aquí llevamos cuatro años con la biblioteca cerrada por traslado y ni la trasladan ni la abren :( menos mal que tenemos la del cole que está superbien!
Arual ha dicho que…
Qué mal no?

Entradas populares de este blog

No pudo ser.

Breve post para contaros que se ha interrumpido involuntariamente mi deseado embarazo. Volveré cuando esté un poco mejor... Ahora no tengo palabras.

Despertar de nuevo...

Abro los ojos de nuevo al mundo, despierto de una especie de ensoñación o pesadilla más bien, donde el mundo, mi mundo, se estaba desmoronando. Miro hacia mi alrededor y todo sigue bien. Mi sobrino es un bebé sano y regordete que no necesita estar conectado a una máquina y puede salir a pasear cada día por la calle. Nadie lleva mascarilla. No ha habido una avalancha de muertes inesperadas. Puedo abrazar a mi amiga después de un día duro para darle ánimo y nadie me mirará con cara de reprobación. Puedo planificar mi próxima escapada a un concierto, o mi próximo viaje, y no necesitaré un PCR negativo. No hay toque de queda. Puedo ver salir el sol. Comer una hamburguesa en la calle está bien. Hacerlo en una terraza también. No conozco el concepto distancia social. Lo más hidroalcohólico que tengo es el último gin tonic que tomé el sábado pasado. No hay pandemia. Y no he cometido ningún estúpido error. No he visto la cara B de la vida y no quiero verla.  Pero desde mayo tengo una sonrisa 

Burning night.

Voy falta de sueño, bueno de sueño y de muchas otras cosas, y puede que eso nuble mi entendimiento, como la solteras nublan el entendimiento de Carlos Baute y lo dejan colgado no precisamente en sus manos cada tarde en esa cosa que se parece a un programa pero que la verdad no acabo de entender muy bien que es y que se llama ELÍGEME. ¿Pero Carlos Baute no prefería a los estibadores portuarios? Siempre lo había creído así pero viendo como desnuda con la mirada a las mocetonas que entran en su plató tengo una duda más que considerable al respecto. En fin a lo que íbamos que tengo la cabeza un poquito atolondrada (ufff esta palabra que acabo de usar era la favorita de la Hermana María, mi profe de mates de 8º EGB, así de repente me ha venido un flash de su imagen a la cabeza, no os digo que no estoy fina...) y puede que eso haga que ande un poco monotemática, pero tenéis que perdonarme, I'm happy, so happy, y no se me puede aguantar, I know. Y es que esta noche... VAMOS A QUEMAR MESTA