Hoy he recibido una llamada de una antigua amiga, bueno de una amiga que aún la considero como tal, pero con la que de un tiempo a esta parte he ido perdiendo el contacto. Ella vive en otra ciudad y lleva una vida radicalmente distinta a la mía. Solemos coincidir ocasionalmente en el pueblo, en verano o en Navidad, pero la verdad es que la relación se ha enfríado, supongo que no es muy lógico que sea así, ahora más que nunca la comunicación está al abasto de todo el mundo y el hecho de que alguien esté físicamente lejos, ya no es ningún handicap para no poder mantener el contacto, pero bueno tanto ella como yo hemos dejado que la distancia nos afecte demasiado y aunque hacemos intentos vagos de aproximación una o dos veces al año, yo noto que la cosa está demasiado forzada, y no me gusta. No nos hemos hecho nada la una a la otra y no tenemos ningún motivo por el que guardarnos mutuo rencor. Pero creo que lo que sucede realmente, al menos por mi parte, es que apenas tenemos cosas en común, lo que a los dieciséis años nos hacía inseparables ahora parece que se ha esfumado, y por más que intento buscarlo no alcanzo a encontrarlo de ningún modo. Nuestras inquietudes han cambiado y también nuestro modo de ver la vida, así que nuestros encuentros son más que nada choques, y yo a estas alturas, no estoy muy por la labor en cuestiones sociales, o las relaciones salen naturales o mejor dejarlas correr, cada vez soy más sibarita en ese aspecto, lo único que sinceramente me inquieta es olvidar lo bueno que ella me aportó en otros momentos de mi vida, tal vez ese sea un motivo suficiente para no dejar morir del todo la amistad y conservar siempre un buen recuerdo de ella.
Ha sido pues su llamada de esta mañana preguntándome cómo andaba y qué era de mi vida, la que me ha hecho reflexionar sobre la amistad. Es curioso porque pensándolo bien me doy cuenta de que tengo muchos conocidos, tal vez demasiados, es lo que tiene haberme críado en un pueblo pequeño y el no vivir en una ciudad demasiado grande, pero poseo pocos amigos, y de estos últimos sólo una amiga la conservo desde la infancia, digo amiga de verdad, de las que puedes contar para cualquier cosa y que nunca te falla, de esas que se saben al dedillo tu vida y tú la suya, y que jamás te cuestionan ni te juzgan, simplemente están siempre ahí. A medida que he ido quemando etapas de mi vida he ido conociendo a más gente que con el tiempo se han convertido en grandes amigos, gente de la universidad, del trabajo, gente amiga de otra gente, gente que comparte mis aficiones, etc. Pero cada vez me cuesta más echar lazos de amistad, será la edad, o seré yo que estoy cambiando. Soy una persona muy sociable, y entablo conversación muy rápido con cualquiera, de hecho soy la típica comodín en todas las cenas, "te ponemos aquí porque tú congenias rápido con todo el mundo", me dicen muchas veces, pero a la hora de afianzar una amistad me cuesta mucho, y últimamente noto que solo deseo mantener el contacto con aquellos que me aportan cosas positivas, sé que suena a egoísta, pero creo que me honra el no alimentar relaciones de amistad que no llevan y no aportan nada. Odio la hipocresía y esa es la base de la amistad falsa, así que rehuyo de todo lo que no sea sano y enriquecedor.
En fin no voy a seguir dando la brasa sobre la amistad en los tiempos que corren, cada uno tendrá su opinión y será tan buena como la mía. Simplemente quise escribir sobre lo que me ha pasado con la que durante un tiempo fue una de mis mejores amigas. Y también hablar sobre lo que para mí ha ido significando la amistad en estos treinta años de vida.
Comentarios
Acabo de descubrir este blog y me ha parecido muy interesante tu reflexión sobre la amistad.
Hasta hace poco yo también tenía una gran amiga. Pero por diversos temas desagradables acabamos rompiendo nuestros lazos. Además yo me mudé de ciudad y eso no ayudó mucho a seguir manteniendo nuestra amistad.
La última vez que la ví tuvimos una conversación fría y distante, algo absurdo ya que nos conocemos desde pequeñas.
En fin, quiero decirte que aún así yo sigo creyendo en los amigos de verdad. Sigo pensando que la amistad es una de las cosas más importantes de la vida, y que sin ella casi nada tendría sentido.
Quizá esté equivocada, pero ojalá que no
Besos
Debe ser la edad, Aru, porque a mí también me pasa, cada vez mi círculo se estrecha más. Pero fuera de él quedan muchas partículas mías y otras de tantos que tendré que sumar a ese punto tan concentrado que cada vez es más conciso, pero intenso a la vez.