En la semana de la salud por excelencia del año, el viernes más de uno oiremos decir aquello de: "¡Salud que tengamos!", una servidora se dispone a soñar sobre lo que haría o hará (pensemos en muy positivo) si el viernes le toca la loteria.
En primer lugar, me pellizcaría, no fuera ser que fuese un sueño y luego la decepción demasiado grande para ser asumida, así que primero contactaría con la realidad. Después de reir, llorar, volver a reir, asustarme, volver a llorar, gritar, llamar a mis familiares más directos y comunicarles que correré con todos los gastos de los fastos navideños, y volver a reir y llorar todo a la vez ciento veinte veces más, pararía en seco y respiraría hondo.
Así iniciaría la fase dos, que yo la denominaria planificación financiera del gasto. Primero taparía mi agujero negro, cancelar la hipoteca de mi casa, como no. Después obtendría el favor del último objeto de mis deseos, lo avisté el otro día en FNAC y lo mío con él fue un amor a primera vista, eh, no malpenseis, es el iMac con pantalla de 24 pulgadas, ¡una auténtica preciosidad!
Después acompañaría a mi marido a hacer lo propio con su particular amor platónico, una Honda CRF 450, o algo así, que es a lo que más celos tengo yo en esta vida. Y algún día os explicaré el por qué. No muestro foto porque no sé exactamente cómo es.
Y lo que me quedara lo invertiria en algún interesante producto financiero de rentabilidad moderada y conservadora, no soy nada arriesgada para estas cosas, y a seguir trabajando, porque claro como mucho pueden tocarme 50 millones, el premio gordo de Navidad de un décimo, que es lo máximo que tengo, y no creo que la cosa me diese para mucho más, y menos para retirarme vaya. En fin que soñar es barato y lo he pasado bien imaginando todo esto mientras lo escribo. ¿Y vosotros qué hariais?
En primer lugar, me pellizcaría, no fuera ser que fuese un sueño y luego la decepción demasiado grande para ser asumida, así que primero contactaría con la realidad. Después de reir, llorar, volver a reir, asustarme, volver a llorar, gritar, llamar a mis familiares más directos y comunicarles que correré con todos los gastos de los fastos navideños, y volver a reir y llorar todo a la vez ciento veinte veces más, pararía en seco y respiraría hondo.
Así iniciaría la fase dos, que yo la denominaria planificación financiera del gasto. Primero taparía mi agujero negro, cancelar la hipoteca de mi casa, como no. Después obtendría el favor del último objeto de mis deseos, lo avisté el otro día en FNAC y lo mío con él fue un amor a primera vista, eh, no malpenseis, es el iMac con pantalla de 24 pulgadas, ¡una auténtica preciosidad!
Después acompañaría a mi marido a hacer lo propio con su particular amor platónico, una Honda CRF 450, o algo así, que es a lo que más celos tengo yo en esta vida. Y algún día os explicaré el por qué. No muestro foto porque no sé exactamente cómo es.
Y finalmente reservaría un estupendo viaje a algunos de mis destinos soñados para compartir con mi chico, una vuelta al mundo muy personal, y lo haría como vulgarmente se denomina a "tutiplén", o sea, a lo grande, sin miserias, los mejores hoteles y las mejores compañías aéreas, intentando evitar "Aires Madrides" y sustos similares, no sé si me explico. En el paquete vacacional por supuesto entraría Nueva York y además viajaría allí primero, no fuera que luego se me estropearan los planes y me quedara sin visitar la ciudad que siempre he anhelado visitar. También estarían en la ruta una visita a Tokyo (la ciudad donde transcurre una de mis pelis favoritas LOST IN TRANSLATION), Hong Kong (vi un día un reportaje en la tele y me fascinó su modernidad extrema), una estancia en la Polinesia (siempre he querido alojarme en un hotel de ensueño en medio de un atolón ya que suena mega purificador y relajante), la zona oeste de USA (Las Vegas, LA, San Francisco, El Gran Cañón), la Patagonia argentina y el alquiler de una bonita villa vacacional en plena Toscana italiana. Todo dependería del presupuesto del viaje, en función del premio ganado, claro está. Para ello debería disponer de una excedencia laboral porque no me da con mis vacaciones, y eso que tengo bastantes, no puedo quejarme.
Y lo que me quedara lo invertiria en algún interesante producto financiero de rentabilidad moderada y conservadora, no soy nada arriesgada para estas cosas, y a seguir trabajando, porque claro como mucho pueden tocarme 50 millones, el premio gordo de Navidad de un décimo, que es lo máximo que tengo, y no creo que la cosa me diese para mucho más, y menos para retirarme vaya. En fin que soñar es barato y lo he pasado bien imaginando todo esto mientras lo escribo. ¿Y vosotros qué hariais?
Comentarios
Pues yo lo primero pagar la hipoteca, también. Lo de viajar no lo haría, porque no me gusta. O bueno, igual sí que recorrería España de hotelitos...y también con excedencias generales, y canguro para mis pitufos incorporada.
Monologuista viajar por España también es viajar y también puede salir caro eh...