El verano pasado ir a la playa era un suplicio. Tres o cuatro veces la pisamos y eso que vivimos a diez minutos de la costa, y que además elegimos Mallorca como destino vacacional (movidos por el éxito de Menorca el verano anterior), no digo más. Era llegar, sentar al peque en la toalla y cuando le rozaba una milésima de grano de arena se ponía a llorar como si le estuvieran sometiendo a alguna tortura infernal en el mismísimo Guantánamo al tiempo que gritaba sin parar: "Brut!" (Sucio).
Así que no nos movimos en todo el verano de la piscina de la urbanización, que está muy bien no digo que no, pero teniendo la playa tan cerquita, a un tiro de piedra, a mí me gusta poder disfrutarla también, pasear por la orilla, jugar con la arena, bañarme en el agua salada, y sobre todo que mi niño disfrute de todo eso conmigo por supuesto.
Por eso cuando esta mañana hemos visto que hacía buen tiempo y que podíamos acercarnos a la playa a probar qué tal se lo tomaba ahora que ya es un año mayor, no tenía grandes esperanzas. Y la verdad es que ha ido mejor de lo que esperaba. Ha hecho sus primeros castillitos con la arena, ha chapoteado en la orilla y bueno al final se ha quejado de que iba sucio de arena pero nada que no hayamos podido solventar con el agua de la ducha y sin lloros. Se puede decir que hemos dado un paso adelante importante. A ver si el resto del verano nos vamos atemperando mejor a la playita y la disfrutamos más que el año pasado. De momento mañana si el tiempo lo permite volveremos otro ratito aprovechando este lunes festivo.
Comentarios
¿Lunes festivo? Vaya morro.
Dext veintitantos??? Ejem....
Belén espero disfrutarla más porque vivimos a un tiro de piedra de la misma y es una pena abstenerse de algún agradable rato al lado del mar. No en exceso, que yo tampoco soy de las que me pasaría el día en la playa, pero sí un ratito los fines de semana.
Mousikh, bienvenida a mi blog y pasa cuando quieras por aquí!!!