Miedos, temores y fantasmas.

Mi post de hoy es un simple desahogo, pero necesito escribirlo, por pura terapia, sorry. Por las noches mi hijo no duerme bien, y sé que no duerme bien porque tiene miedo, se despierta en medio de la noche llorando atemorizado. La primera vez me pide agua, se la doy, la segunda me pide que me quede junto a él, yo le pregunto cómo se siente, si tiene miedo y él me dice que sí, que mucho. Le abrazo, le beso y cuando vuelve a dormirse me voy a mi cama, no sin antes dejarle la suave luz de una lámpara-estrella del Ikea que tiene junto a la cama. Al tercer despertar vuelvo y habitualmente me quedo allí. No puedo pasarme la noche de paseo, al día siguiente hay que madrugar. Las horas que restan hasta el amanecer duermo en la cama nido que hay debajo de la suya. Y si necesita mi contacto sólo le alargo la mano y él nota que estoy a su lado. Hay noches que no se vuelve a despertar y si me pilla en mi cama acabo la noche allí. Milagrosamente de tanto en tanto no se despierta en toda la noche y entonces duerme de tirón solo en su habitación. Llevo ya así casi tres meses y el tema no tiene visos de solucionarse. En el trabajo ya se han acostumbrado a mi cara de zombie.
Por otro lado vuelvo a andar muy agobiada con el tema del pañal. Todos los niños que conozco, los hijos de mis amigas, los niños que van a la guardería con mi hijo, vuestros hijos (los hijos bloggers que yo llamo), que tienen más o menos la edad de mi hijo, ya van sin pañal. Debo pensar que cada niño es un mundo, que evoluciona diferente y está preparado para el control de esfínteres en un momento distinto de su vida. No niego que todo eso tiene su lógica. De hecho es así. Pero si me soy sincera a mi misma con mi hijo el problema es otro bien distinto. Intenté quitarle el pañal justo al empezar el verano cuando era el momento adecuado, haciendo caso a los consejos de la tutora de la guardería y de muchas personas de mi entorno, empezaba el buen tiempo, había cumplido los dos años, pero fue un fracaso, él no quería sentarse ni en el orinal ni en el wc, insístí demasiado, y él pilló manía al tema. Acabó aguantándose el pipi horas y horas, y la caca ya ni os lo cuento. Tuvo un estreñimiento considerable debido al horror que le causaba no tener un pañal donde defecar puesto. Así que abortamos la misión y volvimos a ponerle pañal. Volvió a la guardería en septiembre y yo pensé que tal vez al ver que los otros niños ya hacían pipi y caca en el orinal o en el wc él por imitación querría también hacerlo. Pero nada, cada vez que le sacaba el tema a colación me respondía siempre lo mismo: "El nene pipi y caca en pañal". Y punto pelota.
Ahora hemos empezado año nuevo, mi hijo va camino de los tres añitos, y sigo viendo como otros niños de su edad lo van consiguiendo, sin ir más lejos recientemente relataba emocionada su experiencia la mama blogger TREINTAÑERA CON HIJO. Y yo no podía más que sentir envidia al leer su post. Mi hijo por supuesto cada vez que le hablo del tema se enfada y dice ahora que habla alto y claro que nunca se quitará el pañal. Como imaginaréis me desespero. En Semana Santa su tutora de la guardería tiene planificado abordar el tema y a mí me gustaría pensar que todo saldrá bien, pero permitidme que diga que no estoy nada positiva con el asunto porque la negatividad de mi hijo con el orinal o con el wc es tal que no me permite serlo. Fisiológicamente está preparado porque él sabe cuando quiere hacer caca, se levanta, se aparta a un rincón solo y lo hace. Cuando acaba me indica que le limpie el culete. Con el pipi igual, cuando va a hacerlo en muchas ocasiones me lo dice, y yo a veces le pregunto, vamos al orinal cielo, o prefieres el wc o mejor el pañal. Y siempre me contesta que él quiere hacerlo en el pañal. A esto hay que añadir que al ser un niño tan grandote los pañales de la talla 6 de Dodot (la más grande) le van bien pero no le sobran nada. Y para dormir tengo que ponerle unos de la Suavinex que dan más talla porque con los de Dodot se escapa todo el pipi por fuera. Al ritmo que crece me veo comprándole Tena Lady la verdad... fuera bromas, pero la cosa tiene miga.
Finalmente y como colofón, o guinda al pastel, está el tema de un nuevo embarazo. Tengo 34 tacos, camino de los 35, y pensando que el anterior embarazo me costó un riñón, bueno no literalmente me refiero a dos añitos buenos, soy consciente de que no puedo perder el tiempo. Mi marido se muere de ganas y no para de presionar. Yo también tengo ganas, como no repetir una experiencia tan maravillosa (bueno mi embarazo fue horrible, vómitos y náuseas sin parar durante muchos meses, dolor de espalda al final, pero el resultado compensa, vamos como no va a compensar una cosita tan bonita como mi hijo), pero ahora en mi departamento se acaba de anunciar un embarazo y en mi anterior maternidad ya coincidí con esta chica y la verdad es que a nivel organizativo fue todo un caos. Es mejor esperar unos meses si pensamos en lo mejor laboralmente hablando. Porque nuestra "puntería" es mala, pero fijo que nos ponemos ahora en materia y nos quedamos enseguida. Ley de Murphy ya se sabe. Pero por otro lado pienso que le den al trabajo, lo importante es la familia. Sí, sí, vamos que divago sin parar, y en las divagaciones me disperso y me desanimo. No sé, es lunes, y creo que veo las cosas demasiado negras.... Pero desahogarme por aquí me va bien, de verdad.