Pero estas vacaciones han dado de sí. Ya os conté más o menos lo que había sido mi vida entre Nochebuena y Fin de Año. Y el terrible final, una gastroenteritis que me trajo una adelgazamiento forzoso en el que perdí un par de kilos que por estas fechas nunca están mal perdidos también hay que decirlo.
La Noche de Reyes ya me encontré mejor, qué gran regalo, y acudí a la plaza de mi pueblo con mi niño a buscar su ansiado paquete. Los nervios a flor de piel, mi hijo emocionado al ver que SS.MM. estaban justo delante de sus narices, los niños iban subiendo a recoger sus juguetes y él que no oía su nombre, lo gritaba bien fuerte para ver si los Reyes lo repetían después, pero nada, el regalo se hizo derrogar. Por fin llegó el momento y le tocó el turno. Baltasar fue quien tuvo la suerte de entregárselo:
Mi hijo subió afanoso junto a su padre, se plantó en la falda del rey y le dijo lo muy bueno que había sido. Su primera mentira piadosa. Y después le plantó un beso en la cara. Bajó más feliz que unas castañas con su sorpresa bajo el brazo.
En casa de la abuela paterna aún le esperaba otro presente, unos zapatos Camper preciosos y un trenecito del que no he logrado encontrar la foto.
Diréis que fueron pocos regalos pero es que claro él lo gordo ya lo tuvo en Navidad, Papa Noël fue aún más generoso. Le trajo su ansiada bici de Noddy y su pertinente casco a juego:
Que por cierto ya ha podido disfrutar todas las fiestas los días que ha hecho bueno y que no hemos estado malos. Y hubo más, la famosa Casa de Mickey Mouse, con la que también ha jugado un montón:
También la caja de herramientas de Manny Manitas con la que ahora lo arregla todo, todo, todo, este año voy a ahorrar fontaneros y electricistas me temo...
Y también un cuento con historias de Noddy muy chulo, dado que ahora mi niño es superfan de este personaje de televisión. Ah, y ropa, pedí bastante ropa a Papa Noël dado que el ritmo de crecimiento de mi retoño es espectacular como he comentado en alguna ocasión. Con dos años y medio ya me lleva ropa de la talla 4-5 años, no os digo más.
En fin que el pobre flipó con tanto regalo y tanta fiesta, este año ha vivido las Navidades a tope, y claro ahora sólo hace que llamar por teléfono a Papa Noël y los Reyes y les pide que regresen pronto, no me extraña.
En mi caso no fueron tan generosos, aunque como he sido muy buena y soy consciente de ello, creo que me voy a hacer un regalo post-navideño a mí misma. Y es que estas fiestas descubrí gracias a una amiga la plancha de pelo GH2. Qué maravilla de la técnica! Yo tengo el pelo muy rizado, y estoy harta de llevarlo así, me cansa mi look, pero claro no tengo otro remedio porque el liso me dura un telediario, además de que me cuesta mucho lograrlo. Cuando voy a la pelu a veces me lo alisan. Pero si va a llover o hace mucho calor ya paso de que pierdan el tiempo, porque la humedad tiene un efecto fatal en mi pelo. Así que cuando mi amiga M. me habló de las maravillas de la GH2 no le hice mucho caso. Visto que no la creía me la dejó unos días y me enamoré por completo. Cuesta una pasta pero su precio está justificado. En media hora me dejé el pelo liso como un palo y sin brushing previo. Así que ya estoy loca por tener una en mi casa. No dejo de entrar aquí para ver si ya está disponible e hincarle el diente.
Y por hoy ya paro, otro rato cuento más cosicas.
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