Con mi primer hijo estaba llena de dudas, inquietudes e incertidumbres normales y habituales en cualquier mama novata. Buscaba en internet, consultaba a amigas, a familiares, me volvía loca con unas opiniones tan dispares a otras en temas tan básicos o cotidianos como las horas de sueño, la alimentación, o la higiene. Llegué a tener tantas dudas que al final me di cuenta que tenía que seguir mi instinto o sino me volvería majara. Pero me costó lo suyo.
Por ejemplo con el tema de los brazos. Pongámonos en situación. Una tarde en mi casa con visita de familiares, el peque acaba de tomar el pecho, está casi dormido pero cuando llegan los familiares empiezan con las carantoñas y como quieren verle los ojitos no dejan que se acabe de dormir. El peque se cabrea, normal, prueba tú a que no te dejen echarte la siesta que tanto necesitas y ya verás qué buen humor se te pone, y acaba llorando. La mamá, o sea yo, coge rauda y veloz a su bebé de la minicuna para darle besitos y calmarlo. Y ahí en ese justo momento siempre tienes la voz de la "sabiduría suprema", encarnada por tu madre, por la suegra, o por la visita de turno, da igual, que dice: "Ayssss qué pillo es este crío, no se las sabe ni nada, quiere bracitos, tú hazle caso y ya verás como se te vicia enseguida". Eincccc, un bebé de un mes puede hacerme chantaje emocional? Una mamá puede reprimir las ganas de achuchar a su pequeñín? Yo que soy novata dudo, pienso que ellas, experimentadas madres, pueden tener razón, pero algo me chirría y no sé muy bien qué es. Por qué me cuesta tanto reprimir mi instinto de amar y colmar de mimos a mi niño? Así que le dejo en la cuna incómoda mientras lo oigo llorar y en cuanto me quedo sola en casa lo cojo y ya no lo suelto en horas. Esa escena os prometo se repitió por activa y pasiva en los primeros meses de vida de mi tesorito mayor. Con el tiempo y mi incansable búsqueda de la "verdad" conocí el concepto del apego, y ahí vi la luz al final de mi túnel personal. Aquella era mi opción, mi verdad, esa era la forma como yo deseaba criar a mi hijo. Y pasé de madres, suegras, vecinas y amigas que no compartían mi visión. Y decidí que mi maternidad es mía y de nadie más y disfrutarla es lo mejor que podía hacer porque es un tren que pasa pocas veces, en aquel momento una, ahora ya dos, y no creo que más.
Con mi segundo hijo sé bien cómo quiero actuar y ya no dudo, pero me encuentro constantemente en la circunstancia de que soy un bicho raro en general con mi actitud. La primera la enfermera de mi pediatra que me pregunta alucinada si le alimento con lactancia materna exclusiva, sí, es mi respuesta, ahhhh, responde con cara de incredulidad y me felicita por mi decisión. Debo ser la primera que le dice algo así en meses, sino no me lo explico. Y la situación se replica, conversaciones que escucho de madres en las salas de espera contando que ellas dan el biberón porque total es lo mismo y así pueden dejar el bebé con quien quieran y compartir mejor la "carga", einccccc un bebé es una carga? Para qué tienes hijos entonces? Su canción casi siempre es la misma, tiene dos variantes, yo no quería dar pecho, qué rollo y que atadura más grande, o la versión yo no tenía leche, o mi leche no era buena. O cuando tus amigas te cuentan tan satisfechas que su hijo duerme de tirón toda la noche y en su cuarto desde que tenía 1 añito gracias a las "bondades" del método Estivill y así sus maridos y ellas han recuperado la intimidad del cuarto, qué intimidad? Acaso tu bebé es un extraño? Desde luego todas ellas no saben quien es Carlos González, y yo pienso, pobrecitas... Y ya si te niegas en redondo a irte de cena y fiesta loca dos meses después de haber sido madre porque no piensas dejar al peque con nadie ni sacarte leche para algo así, ya que ahora tu prioridad es él y fiestas has tenido muchas en la vida? Pues la reacción es alucinante, no te entienden y te explican que ellas para celebrar el fin de la cuarentena se escaparon un fin de semana romántico con su marido y sin el bebé y no se murieron. Claro que nadie se muere por hacer eso, morir físicamente no, morir de pena sí, yo misma. Los planes con niños, sino no me interesan, sorry. Y suma y sigue, podría contar miles de momentos en los que veo que soy un "bicho raro". Pero ya no me importa serlo y menos cuando he podido conocer en mi vida 2.0, y también en la 1.0, los menos pero los hay, a gente maravillosa que piensa como yo y que si me ayudan de verdad a resolver las dudas que en este camino maravilloso de la crianza con apego me pueden ir surgiendo. Aunque el que realmente no suele fallar casi nunca es el instinto.
Por ejemplo con el tema de los brazos. Pongámonos en situación. Una tarde en mi casa con visita de familiares, el peque acaba de tomar el pecho, está casi dormido pero cuando llegan los familiares empiezan con las carantoñas y como quieren verle los ojitos no dejan que se acabe de dormir. El peque se cabrea, normal, prueba tú a que no te dejen echarte la siesta que tanto necesitas y ya verás qué buen humor se te pone, y acaba llorando. La mamá, o sea yo, coge rauda y veloz a su bebé de la minicuna para darle besitos y calmarlo. Y ahí en ese justo momento siempre tienes la voz de la "sabiduría suprema", encarnada por tu madre, por la suegra, o por la visita de turno, da igual, que dice: "Ayssss qué pillo es este crío, no se las sabe ni nada, quiere bracitos, tú hazle caso y ya verás como se te vicia enseguida". Eincccc, un bebé de un mes puede hacerme chantaje emocional? Una mamá puede reprimir las ganas de achuchar a su pequeñín? Yo que soy novata dudo, pienso que ellas, experimentadas madres, pueden tener razón, pero algo me chirría y no sé muy bien qué es. Por qué me cuesta tanto reprimir mi instinto de amar y colmar de mimos a mi niño? Así que le dejo en la cuna incómoda mientras lo oigo llorar y en cuanto me quedo sola en casa lo cojo y ya no lo suelto en horas. Esa escena os prometo se repitió por activa y pasiva en los primeros meses de vida de mi tesorito mayor. Con el tiempo y mi incansable búsqueda de la "verdad" conocí el concepto del apego, y ahí vi la luz al final de mi túnel personal. Aquella era mi opción, mi verdad, esa era la forma como yo deseaba criar a mi hijo. Y pasé de madres, suegras, vecinas y amigas que no compartían mi visión. Y decidí que mi maternidad es mía y de nadie más y disfrutarla es lo mejor que podía hacer porque es un tren que pasa pocas veces, en aquel momento una, ahora ya dos, y no creo que más.
Con mi segundo hijo sé bien cómo quiero actuar y ya no dudo, pero me encuentro constantemente en la circunstancia de que soy un bicho raro en general con mi actitud. La primera la enfermera de mi pediatra que me pregunta alucinada si le alimento con lactancia materna exclusiva, sí, es mi respuesta, ahhhh, responde con cara de incredulidad y me felicita por mi decisión. Debo ser la primera que le dice algo así en meses, sino no me lo explico. Y la situación se replica, conversaciones que escucho de madres en las salas de espera contando que ellas dan el biberón porque total es lo mismo y así pueden dejar el bebé con quien quieran y compartir mejor la "carga", einccccc un bebé es una carga? Para qué tienes hijos entonces? Su canción casi siempre es la misma, tiene dos variantes, yo no quería dar pecho, qué rollo y que atadura más grande, o la versión yo no tenía leche, o mi leche no era buena. O cuando tus amigas te cuentan tan satisfechas que su hijo duerme de tirón toda la noche y en su cuarto desde que tenía 1 añito gracias a las "bondades" del método Estivill y así sus maridos y ellas han recuperado la intimidad del cuarto, qué intimidad? Acaso tu bebé es un extraño? Desde luego todas ellas no saben quien es Carlos González, y yo pienso, pobrecitas... Y ya si te niegas en redondo a irte de cena y fiesta loca dos meses después de haber sido madre porque no piensas dejar al peque con nadie ni sacarte leche para algo así, ya que ahora tu prioridad es él y fiestas has tenido muchas en la vida? Pues la reacción es alucinante, no te entienden y te explican que ellas para celebrar el fin de la cuarentena se escaparon un fin de semana romántico con su marido y sin el bebé y no se murieron. Claro que nadie se muere por hacer eso, morir físicamente no, morir de pena sí, yo misma. Los planes con niños, sino no me interesan, sorry. Y suma y sigue, podría contar miles de momentos en los que veo que soy un "bicho raro". Pero ya no me importa serlo y menos cuando he podido conocer en mi vida 2.0, y también en la 1.0, los menos pero los hay, a gente maravillosa que piensa como yo y que si me ayudan de verdad a resolver las dudas que en este camino maravilloso de la crianza con apego me pueden ir surgiendo. Aunque el que realmente no suele fallar casi nunca es el instinto.
Comentarios
de todo eso paso ya porque ahora estoy peleando con quienes me instan a que lo dejecon mis padres para hacer cualquier cosa (como si estuviera prohibido llevarse al niño a tomar algo) y con quienes dan por hechi que estás deseando que cumpla seis meses para que deje el pecho.
yo seré un bicho raro, pero desde luego la gente ha perdido el norte.