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Nadie como él.

No he tenido tiempo de ver las películas nominadas este año a los Oscar, de hecho de las nominadas en la categoría principal sólo he podido ver Django Desencadenado, porque es de Tarantino y Tarantino se merece mi atención aunque no tenga tiempo para otra cosa desde que soy mamá de dos. Ahora supongo que veré Argo, ya me apetecía antes verla y ahora que es la mejor película del año según la Academia, seguro que la veo, y Lincoln, porque Spilberg aunque chochee muchas veces sigue siendo Spilberg y se merece mi respeto. Y ya veremos qué más puedo ver. Amor me apetece mucho también. Porque ahora con un bebé que no me deja dormir por la noches a pierna suelta aguantar tan solo una simple sitcom sin cabecear es casi misión imposible. Si hasta los capítulos de mi serie del momento, Boardwalk Empire, me toca verlos a días en dos partes, xdddd!!!
Pero no quería hablar de esto ahora, quería contar que estos Oscar han sido los primeros sin mi padre, sí mi padre, ese papá cinéfilo que yo tenía que me hizo amar y venerar el séptimo arte con toda mi fuerza. Siempre lo echo de menos, siempre, pero estos días especialmente.
A finales de año empezábamos a comentar las películas que llegaban a la cartelera con emoción, era la mejor época del año, cuando el buen cine sale a la luz, o gran parte del buen cine. Desde que nació mi hijo mayor mi padre sabía que no podía ir mucho al cine en mi rutina habitual, así que cuando estaba en el pueblo de fin de semana siempre intentaba acompañarme a ver las películas básicas, sí las imprescindibles del año que todo buen cinéfilo debe ver. Con el resto de la familia comentábamos los "blockbusters" pero en nuestras conversaciones privadas, en el sofá a media tarde del sábado, hablábamos de cine europeo, de nuestro adorado Allen, de Polanski, de clásicos, de todo aquello que a los demás les sonaba a chino mandarín. Yo disfrutaba tanto de aquello y ahora lo añoro tanto. Él esta semana habría estado exultante. La noche de los Oscar habría trasnochado para verlos en el Plus como cada año. Y este fin de semana yo me habría escapado al pueblo y en uno u otro momento me habría dicho, ya sabía yo que Ben Afflek tenía futuro como director, no como actor, pero sí como director. Pero ahora ya no lo verá. Y yo ya no podré compartir esos momentos especiales padre hija. Nadie como él me los dará. Alguien podrá sustituirlo a su manera. Pero nunca será exactamente igual. No. Pero su recuerdo nunca se borrará de mi mente. Nunca.

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