Normalmente cuando digo que me encanta leer y seguir a Carlos González o a Rosa Jove entre las madres con las que me relaciono en mi vida 1.0 siempre obtengo la misma respuesta: quiénes son estos? Alguna vez me topo con alguna madre o padre que los conoce e incluso puede haber llegado a leer algún artículo suyo que le haya gustado pero es raro e inusual en general. En cambio si nombras que odias a Estivill todo el mundo lo conoce, vamos es más famoso que la moños.
Así que ayer en el parque estaba yo con mi grupo de madres (recuperando las rutinas del curso escolar), somos seis y nos llevamos tan bien como nuestros niños se llevan entre sí, hay un feeling bueno. Entonces una empezó a agradecerle a otra el haberle dejado un libro y le decía que le había gustado mucho. Yo como soy muy curiosa con el tema de la lectura pregunté de qué libro hablaban y me dijo la propietaria del libro, es de una psicologa de Lleida que me gusta mucho, a lo que yo contesté rápido, Rosa Jové? Sí fue la respuesta. Entonces empezamos a charlar y charlar sobre esta corriente tan opuesta a la del archiconocido Estivill y oye me sentí muy a gusto y comprendida porque realmente no podía imaginar que ellas compartieran también esta manera de vivir la maternidad que hasta ahora solo había encontrado en mi grupo de madres 2.0.
Con estas pequeñas sorpresas agradables la "reentré" al colegio está siendo mucho más llevadera de lo que cabía esperar. Como mi nene además no ha cambiado ni de clase, ni de profesora, ni de compañeros, la verdad es que ha empezado con ganas y contento. Nada comparable con los nervios pasados el curso anterior al empezar P3. A ver si el resto del curso seguimos igual.
Te hablo de unas coordenadas. Te hablo de un punto en el mundo. En la tierra. Un punto de inflexión en mi vida. En tu vida. En la nuestra. Y un día de abril por la tarde dimos el paso. Ahora ya no hay marcha atrás. Hace 12 años que mi corazón late más fuerte de lo normal. A veces lo hace a un ritmo pausado pero cuando te siento mi pulso se acelera y ya no hay marcha atrás. No había sido mujer de flirteos jamás. De hecho creo que no sé flirtear. Y me ha desconcertado siempre que alguien intente flirtear conmigo. Pero recuerdo cuando tú empezaste a hacerlo conmigo tan directamente, en aquel entorno virtual que ahora me parece lejano y confuso. Tocaste mi fibra sensible hablándome de lo que sabes que me apasiona, el cine. Y quise huir. Me resistí. Sabía que no estaba bien. Pero qué es lo bueno y lo malo? Cómo puede ser malo algo que te hace sentir feliz? La distancia fue una bendición para salvar el peligro que suponía sentirme tan atraída por ti. Una vez nos acercamos...
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