Tener un hijo es una aventura constante, y tenerlo de dos años recién cumplidos más, y es una aventura muy contradictoria, ya no sólo porque no sabes cada día al levantarte qué parte de tu casa o de tus objetos preciados destrozará, sino que después sabes que tras la rabia contenida y la consabida regañina te lo comerás a besos. Porque lo quieres con locura y se lo perdonas todo.
Mi reloj de mano pereció bajó sus garras, también lo hizo un bonito tres en raya de madera que decoraba en solitario el mueble más bajo del salón (inocente de mí pensaba que la madera era irrompible, craso error), ahora el mueble se decora a él mismo, ningún otro objeto accede a ocupar el lugar del malogrado juego de mesa. No les culpo, les comprendo más bien. Mi flamante Macbook anda escondido en un lugar recóndito del hogar, como si de la resistencia francesa se tratase en plena II Guerra Mundial con el acoso nazi en constante persecución.
Ahora a esta emoción le añadimos la famosa "OP", siglas de la operación pañal, puesta en marcha el pasado lunes con resultados bastante decepcionantes, todo lo contrario que los de la Selección Española, menos mal. Y es que es una cosa muy bonita de ver eso de enseñar a tu hijo a controlar los esfínteres y decirle que el pipi y el popo se hacen en el orinal, sí, o en el WC convenientemente adaptado para la ocasión, pero no, el nene se pasa la tarde sentado en el orinal como si del sofá se tratara y va y para hacer sus necesidades se levanta y lo hace en medio del parquet del salón. Pero qué alternativo que me ha salido este niño, ya de bien pequeñito a contracorriente. En fin sólo llevamos tres días con este protocolo e imagino que va para largo pero bueno más vale que tenga a mi paciencia y a mi fregona listas y a punto.
Mi reloj de mano pereció bajó sus garras, también lo hizo un bonito tres en raya de madera que decoraba en solitario el mueble más bajo del salón (inocente de mí pensaba que la madera era irrompible, craso error), ahora el mueble se decora a él mismo, ningún otro objeto accede a ocupar el lugar del malogrado juego de mesa. No les culpo, les comprendo más bien. Mi flamante Macbook anda escondido en un lugar recóndito del hogar, como si de la resistencia francesa se tratase en plena II Guerra Mundial con el acoso nazi en constante persecución.
Ahora a esta emoción le añadimos la famosa "OP", siglas de la operación pañal, puesta en marcha el pasado lunes con resultados bastante decepcionantes, todo lo contrario que los de la Selección Española, menos mal. Y es que es una cosa muy bonita de ver eso de enseñar a tu hijo a controlar los esfínteres y decirle que el pipi y el popo se hacen en el orinal, sí, o en el WC convenientemente adaptado para la ocasión, pero no, el nene se pasa la tarde sentado en el orinal como si del sofá se tratara y va y para hacer sus necesidades se levanta y lo hace en medio del parquet del salón. Pero qué alternativo que me ha salido este niño, ya de bien pequeñito a contracorriente. En fin sólo llevamos tres días con este protocolo e imagino que va para largo pero bueno más vale que tenga a mi paciencia y a mi fregona listas y a punto.
Comentarios
Él no quería, pero la vida es así, y debe ir aprendiéndola, nos encariñamos con cosas... pero nada es para siempre, hoy se despedía del elevador, otro día será la abuela... valeeeeeeee ahí he estado desafortunada :P
Besitos!!!
Ah! mola la nueva plantilla ;)