Tenía mariposas en el estómago y no sabía a qué se debían. Han sido meses intensos como mama de dos y como trabajadora dentro y fuera de casa. Necesitaba tomarme mi tiempo, reflexionar, y sobre todo dormir. No tener más obligaciones que las que mi día a día me imponía, que no eran pocas. Pero en mi cabeza de vez en cuando redactaba posts, a ratos me apetecía volver a escribir, otros en cambio me agobiaba con la idea. En fin que de un modo u otro me daba cuenta de que tenía mariposas en el estómago y no se debían a otra cosa que a las ganas de volver a darle vida a este blog. Lo echaba de menos. Pues aquí estoy. Aru volvió!
Te hablo de unas coordenadas. Te hablo de un punto en el mundo. En la tierra. Un punto de inflexión en mi vida. En tu vida. En la nuestra. Y un día de abril por la tarde dimos el paso. Ahora ya no hay marcha atrás. Hace 12 años que mi corazón late más fuerte de lo normal. A veces lo hace a un ritmo pausado pero cuando te siento mi pulso se acelera y ya no hay marcha atrás. No había sido mujer de flirteos jamás. De hecho creo que no sé flirtear. Y me ha desconcertado siempre que alguien intente flirtear conmigo. Pero recuerdo cuando tú empezaste a hacerlo conmigo tan directamente, en aquel entorno virtual que ahora me parece lejano y confuso. Tocaste mi fibra sensible hablándome de lo que sabes que me apasiona, el cine. Y quise huir. Me resistí. Sabía que no estaba bien. Pero qué es lo bueno y lo malo? Cómo puede ser malo algo que te hace sentir feliz? La distancia fue una bendición para salvar el peligro que suponía sentirme tan atraída por ti. Una vez nos acercamos...
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