La tonta de mí pensaba que al pringar toda la baja maternal la recompensa la tendría al volver a la oficina. Claro total no había desconectado nada, de hecho había resulto muchos temas via teletrabajo, tanto pringue debía valer para algo. Sería un leve impass, un juego de niños. Así que el viernes llegué relajada a mis aposentos laborales, como si el lugar al que me dirigiera fuera un spa o similar, al tiempo que me daba de bruces con la cruda realidad. Y fueron varios los indicadores, pero ennumeraré sólo tres:
1- una mesa colgadísima de carpetas y papeles
2- un jefe que me invitó a una reunión nada más llegar
3- unas compañeras que me miraban con cara condescendiente como pensando la vas a flipar colega.
Y así fue el viernes flipé un poco, ayer un poquito más y hoy me he agobiado directamente. La verdad es que en la fauna de la oficina hay que andarse con pies de plomo y hoy ha sido el día en el que he caído directamente en la cuenta de que no voy a tener el regreso fácil.
Si a eso le añadimos que me añoro de mi bebé mil pueblos, porque es adorable y tan chiquito, y dejarlo tan pronto dormidito, sin darle siquiera teta, que es el sacaleches a quien le otorgo mi cariño y amor a esas horas intempestivas, pues el resultado es un Aru bajísima de moral y sólo estamos a martes. Menos mal que este finde próximo viene un puentecito largo de cuatro días. Ya sé que España no puede ir bien con currantes como yo que nada más empezar piensan ya en descansar, que no soy ejemplo, que tengo mucha suerte de tener un trabajo, y tal y tal, lo sé, soy consciente, pero hoy tengo pataleta adolescente y punto, que lo veo yo, que me conozco.
Que luego yo soy la primera que me dejo sangre, sudor y lágrimas para que el trabajo salga adelante. Pero qué queréis que os diga, hoy tengo este punto y necesito desahogo.
Y ahora es cuando sabiendo que quiero a mi marido por encima de todas las cosas me pregunto porque la tonta de mí no se buscó un jeque árabe forradísimo que le permitiera criar con holgura y lujos varios a toda su cuantiosa descendencia... snif....
1- una mesa colgadísima de carpetas y papeles
2- un jefe que me invitó a una reunión nada más llegar
3- unas compañeras que me miraban con cara condescendiente como pensando la vas a flipar colega.
Y así fue el viernes flipé un poco, ayer un poquito más y hoy me he agobiado directamente. La verdad es que en la fauna de la oficina hay que andarse con pies de plomo y hoy ha sido el día en el que he caído directamente en la cuenta de que no voy a tener el regreso fácil.
Si a eso le añadimos que me añoro de mi bebé mil pueblos, porque es adorable y tan chiquito, y dejarlo tan pronto dormidito, sin darle siquiera teta, que es el sacaleches a quien le otorgo mi cariño y amor a esas horas intempestivas, pues el resultado es un Aru bajísima de moral y sólo estamos a martes. Menos mal que este finde próximo viene un puentecito largo de cuatro días. Ya sé que España no puede ir bien con currantes como yo que nada más empezar piensan ya en descansar, que no soy ejemplo, que tengo mucha suerte de tener un trabajo, y tal y tal, lo sé, soy consciente, pero hoy tengo pataleta adolescente y punto, que lo veo yo, que me conozco.
Que luego yo soy la primera que me dejo sangre, sudor y lágrimas para que el trabajo salga adelante. Pero qué queréis que os diga, hoy tengo este punto y necesito desahogo.
Y ahora es cuando sabiendo que quiero a mi marido por encima de todas las cosas me pregunto porque la tonta de mí no se buscó un jeque árabe forradísimo que le permitiera criar con holgura y lujos varios a toda su cuantiosa descendencia... snif....
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