En el colegio de mi mayor, en concreto en su clase, la mayoría son hijos únicos, es curioso, son de la quinta del 2008, la del inicio de la crisis, y muchas madres, sobre todo desde que me vieron el bombo del segundo embarazo, me han espetado que ahora no es momento. Y lo sentencian firmes y yo callo y otorgo porque no voy a iniciar allí un debate de calado intelectual sobre la conveniencia de tener uno, dos, tres o quince hijos ahora o en otro momento cuando yo he tenido mil dudas siempre y además no tengo porque dar lecciones a nadie, ni alimentar bocas ajenas. Así que permanezco impasible.
Ayer al final fuimos a la comunión de la ahijada de mi socio en Barcelona, Murphy se debió liar en otra cosa este fin de semana y nos dejó tranquilos. El evento era en un colegio religioso muy pijo del Opus Dei para más señas en una buena zona de la capital catalana y los monovolumenes familiares cargados con mínimo tres hijos iban y venían con una frecuencia estrepitosa. No sé qué habrían pensado algunas de las madres de las que he hablado al principio del post ante semejante demostración de procreación cristiana. Pero esto es una reflexión en voz alta que tampoco viene a cuento.
La cuestión es que ya habiendo parido a mi segundo retoño para algunas mamis de mi colegio yo ahora soy como una gurú de la sapiencia maternal o al menos a mí me lo parece porque me preguntan y consultan cosas como si de su pediatra se tratara o tratase y la verdad no lo entiendo.
Porque en el paritorio con el segundo hijo no me han insertado ningún chip de conocimiento máximo maternal que yo sepa, vamos al menos no lo he notado.
Lo que sí he notado es que con el segundo bebé el estrés baja, sí y no porque las situaciones se relajen, no que antes mi mayor le metía monedas en la boca a su peluche favorito y bueno el peluche era más rico, pero tragedia ninguna, en cambio si ahora lo hace con su adorable hermanito la que se lía es parda, ya me entendéis. En cualquier caso lo que yo he notado es que de repente una ve que lo que sufría teniendo un hijo, que era lo máximo, ahora no lo puede multiplicar por dos, porque dos por lo máximo, sería infinito o más allá, y eso es demasiado, así que la madre de dos, y ya por extensión la de tres y la de quince, debe equilibrar su sufrimiento y dividirlo equitativamente entres sus dos congéneres para no morir de un infarto, o bueno morir de un infarto siempre es un alternativa en según qué circunstancias pero vamos hay que intentar que no suceda, no sé si me explico.
Así que debe ser ese nivel de estrés más bajo el que debe engañar a las otras madres que presurosas me interrogan sobre temas de crianza/pediatría/educación/cultura general xdddd!!! Porque antes iba al parque y me veían como me pasaba la tarde persiguiendo a mi mayor como una posesa, que es lo que siguen haciendo ellas, agobiada por la creencia de que me lo iban a secuestrar dentro del tubo del tobogán, que siendo sensata y lúcida una tiene que pensar que eso es físicamente imposible. Y en cambio ahora tengo a un bebé que me espera sonriente en el carrito, porque la verdad es que mi pequeño es un bebé sonriente y adorable, al que no puedo abandonar mientras investigo si hay algún secuestrador malicioso de niños detrás del mini rocódromo. Ahora debo estar alerta a los movimientos del primogénito pero quieta cerca de mi benjamín. Es muy distinto. Y cuando digo que tengo pose zen en mis excursiones vespertinas a estos ambientados lugares de ocio infantil lo mismo hago cuando estoy en casa, con el mayor caía el chupete en el piso recién fregado y corría rauda y veloz a esterilizarlo porque estaba segura de que algún bichejo infame atacaría a mi criatura de manera despiadada. Ahora cae el chupete de mi bebé al parqué con pelusas que no me ha dado tiempo a limpiar y lo remojo un poco bajo el chorro de agua y vas que te estrellas.
Muchos me preguntan, la segunda maternidad se disfruta más verdad, porque una está más segura, pues no sé qué decir, pero yo diría que más bien no, es más bien una cuestión que la madre naturaleza resuelve para que la especie perviva, y lo hace dotando a la madre repetidora de una impasibilidad concreta ante circunstancias que antes como novatas nos agotaban y agobiaban.
Si no fuera así, la especie humana, y esta es una teoría de la menda, se habría extinguido ya.
Ayer al final fuimos a la comunión de la ahijada de mi socio en Barcelona, Murphy se debió liar en otra cosa este fin de semana y nos dejó tranquilos. El evento era en un colegio religioso muy pijo del Opus Dei para más señas en una buena zona de la capital catalana y los monovolumenes familiares cargados con mínimo tres hijos iban y venían con una frecuencia estrepitosa. No sé qué habrían pensado algunas de las madres de las que he hablado al principio del post ante semejante demostración de procreación cristiana. Pero esto es una reflexión en voz alta que tampoco viene a cuento.
La cuestión es que ya habiendo parido a mi segundo retoño para algunas mamis de mi colegio yo ahora soy como una gurú de la sapiencia maternal o al menos a mí me lo parece porque me preguntan y consultan cosas como si de su pediatra se tratara o tratase y la verdad no lo entiendo.
Porque en el paritorio con el segundo hijo no me han insertado ningún chip de conocimiento máximo maternal que yo sepa, vamos al menos no lo he notado.
Lo que sí he notado es que con el segundo bebé el estrés baja, sí y no porque las situaciones se relajen, no que antes mi mayor le metía monedas en la boca a su peluche favorito y bueno el peluche era más rico, pero tragedia ninguna, en cambio si ahora lo hace con su adorable hermanito la que se lía es parda, ya me entendéis. En cualquier caso lo que yo he notado es que de repente una ve que lo que sufría teniendo un hijo, que era lo máximo, ahora no lo puede multiplicar por dos, porque dos por lo máximo, sería infinito o más allá, y eso es demasiado, así que la madre de dos, y ya por extensión la de tres y la de quince, debe equilibrar su sufrimiento y dividirlo equitativamente entres sus dos congéneres para no morir de un infarto, o bueno morir de un infarto siempre es un alternativa en según qué circunstancias pero vamos hay que intentar que no suceda, no sé si me explico.
Así que debe ser ese nivel de estrés más bajo el que debe engañar a las otras madres que presurosas me interrogan sobre temas de crianza/pediatría/educación/cultura general xdddd!!! Porque antes iba al parque y me veían como me pasaba la tarde persiguiendo a mi mayor como una posesa, que es lo que siguen haciendo ellas, agobiada por la creencia de que me lo iban a secuestrar dentro del tubo del tobogán, que siendo sensata y lúcida una tiene que pensar que eso es físicamente imposible. Y en cambio ahora tengo a un bebé que me espera sonriente en el carrito, porque la verdad es que mi pequeño es un bebé sonriente y adorable, al que no puedo abandonar mientras investigo si hay algún secuestrador malicioso de niños detrás del mini rocódromo. Ahora debo estar alerta a los movimientos del primogénito pero quieta cerca de mi benjamín. Es muy distinto. Y cuando digo que tengo pose zen en mis excursiones vespertinas a estos ambientados lugares de ocio infantil lo mismo hago cuando estoy en casa, con el mayor caía el chupete en el piso recién fregado y corría rauda y veloz a esterilizarlo porque estaba segura de que algún bichejo infame atacaría a mi criatura de manera despiadada. Ahora cae el chupete de mi bebé al parqué con pelusas que no me ha dado tiempo a limpiar y lo remojo un poco bajo el chorro de agua y vas que te estrellas.
Muchos me preguntan, la segunda maternidad se disfruta más verdad, porque una está más segura, pues no sé qué decir, pero yo diría que más bien no, es más bien una cuestión que la madre naturaleza resuelve para que la especie perviva, y lo hace dotando a la madre repetidora de una impasibilidad concreta ante circunstancias que antes como novatas nos agotaban y agobiaban.
Si no fuera así, la especie humana, y esta es una teoría de la menda, se habría extinguido ya.
Comentarios
Ahora tiene diez años y me pide ir solo al cole, yo me había planteado empezar a dejarle a finales del próximo curso, pero parece que los acontecimientos, algunos, se adelantan a nuestros planes... Imagino que al igual, con otro pequeño en casa etc... sí me aventuraba a dejarlo marchar solo. De hecho estuve consultando a varias personas de confianza, y encontraba tantas respuestas como personas encuestadas. Así que dejé llevarme por mi sentido común, y sí, también parte de ese miedo de que puedan secuestrarlo cargándolo en una furgoneta medio en marcha en mitad de la calle. Así que resolví que le acompañaba hasta medio camino y pasábamos a recoger a una compañera de clase que ya va sola (el padre va unos minutos atrás con su hermana en bici y supervisión al final del trayecto siempre hay)y ya la mitad del tramo último lo hacen solos, donde siempre hay más gente andando el mismo camino dirección a la escuela y unos u otros conocidos se van encontrando.
Cuesta cortar el cordón, e imagino que cuando tu proyección maternal está focalizada en un solo objetivo es peor todavía... De ahí la mala fama del hijo único. Soy muy protectora, pero en muchos aspectos no soy nada permisiva, como el estereotípo de "unimadre" podría parecer.
En el cole de mi mayor pasa lo contrario, no veas las mamás con carritos de bebes que nos juntamos en la puerta del colegio...
Marieta pues eso está bien, bebés al mundo, en la clase de mi hijo parezco el bicho raro o mejor la inconsciente que se ha atrevido a tener otro bebé... aisss!!!