La Navidad también tiene otras caras. La verdad es que son días en los que hay que estar feliz o al menos intentarlo, yo reconozco que esta imposición de felicidad casi siempre me ha resultado agotadora y aún podéis encontrar en este mi humilde blog algún post al respecto de años anteriores, aunque desde que tengo a mi hijo la sobrellevo mejor por aquello que es una fiesta para los más pequeños. Pero ayer vi dos lados de la Navidad que de golpe me pusieron de nuevo los pies en la tierra y me bajaron de esa nube de "tontería" desmedida que llevaba con motivo de estas fechas sobre mí.
Por un lado la falta de salud, una de mis compañeras estaba plof al llegar a la oficina, le pregunté qué pasaba y me respondió que a su suegra le acababan de detectar un cáncer de colón justo la víspera de Navidad.... ¡no comment! Por otro unas horas más tarde quedé a comer en un italiano que han abierto nuevo en la ciudad con otra compañera y su hija de 9 años. Cuando llegaron la niña no paraba de lloriquear y al preguntarle qué pasaba me respondió que nada. Se fue al baño un momento y mientras su madre me contó que acababa de descubrir que Papa Noël y los Reyes son los padres, no veáis qué golpe tan duro, hasta la madre se la veía tristona ante una pérdida de inocencia así.
Con todo me quedé traspuesta y cavilé que mejor no pensar en las cosas tristes pero que desde luego conviene tenerlas presentes de fondo para valorar lo bonito que tenemos en nuestras vidas, la salud, la ilusión, el amor... todo lo demás son absolutas memeces, ¿no creéis?
Comentarios
Estoy contigo. Una cosa es el espíritu navideño y otra es taparse los ojos a la realidad.
Besos.