La vida da unas vueltas increíbles. Eso lo sabemos todos. Ayer por la mañana compartí un par de horas en la piscina del pueblo con mi ex y pasamos un rato la mar de agradable. Eso podría sonar un poco mosqueante incluso para mi marido, pero no, mi marido también estaba allí con nosotros, y mi hijo, y el hijo de mi ex, así que no penséis que hay divorcio a la vista, para nada, ni que os voy a contar una historieta digna de guión de peli de Woody Allen, aunque también sale Nueva York. Y todo esto viene a cuento porque me dió por pensar en muchas cosas.
Hace 16 años mi ex y yo estábamos probablemente sentados en aquel mismo cachito de césped prodigándonos carantoñas y soñando con nuestro futuro juntos, éramos un par de adolescentes atolondrados y no teníamos ni idea de qué nos deparaba el futuro. No sabíamos que él, en ese momento futuro filólogo español, acabaría trabajando de profesor del idioma de Cervantes en Nueva York, ni que yo que estudiaria Económicas poco tiempo después y acabaría dejándome los cuernos a diario buscando financiaciones y subvenciones en una entidad sin ánimo de lucro mucho más cerquita de casa que él.
Ahora 16 años después y aunque nuestras vidas han seguido caminos muy distintos nos volvemos a sentar en ese mismo césped con nuestros respectivos hijos y mi marido, y nos reimos de todo y recordamos aquellos años, bueno todos los detalles no, que sino puede que mi marido se hubiera mosqueado de verdad, :). Y con todo pasamos un buen rato. Y nuestros hijos juegan juntos en la toalla, compartiendo cubo y pala, y bueno te das cuenta cómo pasa el tiempo y que parece que fue ayer cuando él y yo soñábamos juntos.
También pensé en lo enamorada que estuve de él durante casi cuatro años y ahora sólo siento un sincero afecto amistoso. Todo lo contrario que con mi marido, hace 16 años ni siquiera había intercambiado jamás una simple palabra con él y ahora, bueno ahora es indudablemente el hombre de mi vida.
Hace 16 años mi ex y yo estábamos probablemente sentados en aquel mismo cachito de césped prodigándonos carantoñas y soñando con nuestro futuro juntos, éramos un par de adolescentes atolondrados y no teníamos ni idea de qué nos deparaba el futuro. No sabíamos que él, en ese momento futuro filólogo español, acabaría trabajando de profesor del idioma de Cervantes en Nueva York, ni que yo que estudiaria Económicas poco tiempo después y acabaría dejándome los cuernos a diario buscando financiaciones y subvenciones en una entidad sin ánimo de lucro mucho más cerquita de casa que él.
Ahora 16 años después y aunque nuestras vidas han seguido caminos muy distintos nos volvemos a sentar en ese mismo césped con nuestros respectivos hijos y mi marido, y nos reimos de todo y recordamos aquellos años, bueno todos los detalles no, que sino puede que mi marido se hubiera mosqueado de verdad, :). Y con todo pasamos un buen rato. Y nuestros hijos juegan juntos en la toalla, compartiendo cubo y pala, y bueno te das cuenta cómo pasa el tiempo y que parece que fue ayer cuando él y yo soñábamos juntos.
También pensé en lo enamorada que estuve de él durante casi cuatro años y ahora sólo siento un sincero afecto amistoso. Todo lo contrario que con mi marido, hace 16 años ni siquiera había intercambiado jamás una simple palabra con él y ahora, bueno ahora es indudablemente el hombre de mi vida.
Comentarios
Lo ves en pasado y sabes que no, pero, aún así ese pudo ser siempre tiene un poso amargo, aunque el tiempo te haya dado la razón.