Perder horas de sueño ahora en este momento de mi vida es algo casi sagrado. Ni un buen libro, ni un ratito de cotilleo por internet, ni una cena con amigos, ni un capítulo de mi serie favorita, ni sexo, ni nada de nada, mirad que os digo. Dormir es mi prioridad y estar descansada por si la noche acaba siendo toledana es lo primero. Y es que como imaginaréis el único que me quita horas de sueño y el único al que se lo permito es mi hijo. Pero este sábado hice una excepción. Que las hago de tanto en tanto claro está. Pero son las menos, también tengo que decirlo. Y la excepción la hice por una de mis debilidades cinematográficas, mi adorado Clint Eastwood. No, no vi GRAN TORINO, aún no voy tan avanzada (Ethan como puedes comprobar jamás puedo llegar a tiempo a las discusiones cinéfilas de tu blog), vi EL INTERCAMBIO, sí estáis leyendo bien, ahora vivo cinematográficamente hablando seis meses atrás. Y sí valió la pena trasnochar hasta la una de la madrugada. Valió la pena y mucho. Sé que Eastwood es un director discutido. Estamos quienes lo veneramos y están también los que echan pestes de él. Como actor me cautiva y como realizador directamente me fascina. Yo no opino que cada película sea una obra maestra. Bajo ese calificativo sólo pondría a mi favorita, SIN PERDON, pero sí digo que para mí el resto de su filmografía es en gran parte buen cine. La historia de EL INTERCAMBIO en cualquier otro director habría acabado siendo un culebrón de sábado tarde en Antena 3. Pero él toma la historia, la acaricia, la mece, la transforma y de sus manos, sus ojos y su cámara sale cine de ese que me sorprende, me atrapa y nunca me deja indiferente. Ver una película de Clint Eastwood es para mí siempre un regalo.
Y en esta ocasión el regalo volvió a ser mayúsculo. Quedé conmocionada por la brutalidad de los hechos narrados, quedé a la merced del ritmo acelerado y desesperado que imprime Eastwood en cada plano, en cada diálogo, y al final, ese final, valga la renundancia, la esperanza. Un justo final. En definitiva Eastwood ha vuelto a demostrar que aunque tenga edad para jubilarse él sigue trabajando impecablemente para fortuna de todos los que le seguimos y demostrándonos que es un clásico, de esos que ya no quedan, de esos que yo personalmente jamás podré olvidar.
PD. Juan R. comentaba en mi anterior post la importancia del cine en su vida, el recordar momentos por ciertas películas, el recordar ciertas películas por las personas con las que las vió. Para mí el cine es punto y a parte. La música y la literatura son buenos amigos. El cine es mi amigo íntimo. Con eso creo que lo digo todo :)
Y en esta ocasión el regalo volvió a ser mayúsculo. Quedé conmocionada por la brutalidad de los hechos narrados, quedé a la merced del ritmo acelerado y desesperado que imprime Eastwood en cada plano, en cada diálogo, y al final, ese final, valga la renundancia, la esperanza. Un justo final. En definitiva Eastwood ha vuelto a demostrar que aunque tenga edad para jubilarse él sigue trabajando impecablemente para fortuna de todos los que le seguimos y demostrándonos que es un clásico, de esos que ya no quedan, de esos que yo personalmente jamás podré olvidar.
PD. Juan R. comentaba en mi anterior post la importancia del cine en su vida, el recordar momentos por ciertas películas, el recordar ciertas películas por las personas con las que las vió. Para mí el cine es punto y a parte. La música y la literatura son buenos amigos. El cine es mi amigo íntimo. Con eso creo que lo digo todo :)
Comentarios
Sé que empiezo a parecer muy pelota, pero me has alegrado el día con la posdata. No por la mención a mi humilde persona, no. Por lo que dices y por lo que sientes. Yo no lo podría haber dicho mejor. Lo que le vas a enseñar al peque en cuanto pueda ver cine, je, je, je...
Saludos!