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Lost horizon.

Las oficinas vacías de SC&P se me antojan en el último capítulo disponible de Mad Men, "Lost Horizon", como un lugar que yo misma estoy abandonando y al que jamás volveré.

Hablé en mi último post de cómo esta serie ha marcado un momento de mi vida, y de qué manera, por cierto, pero lo que vi anoche creo, sin equivocarme, que marcará también la historia reciente de la televisión.

En cualquier caso mi despedida de la serie también está siendo dolorosa y convulsa.

Cada pieza del puzzle se va desmontando y duele mucho. Vamos si duele. Joan ya ha tomado su camino, no sin antes librar su última batalla frente al "mandamás" de McCann Erikson. Brillante escena por cierto.

Roger, por su parte, es la particular orquesta del Titánic de SC&P, tocando el organo en aquellas salas vacías y bebiendo vermut, en un claro homenaje al fin de una era, porque es justo eso ante lo que estamos, el fin de una era, y la apertura de una nueva a la que no creo que pueda sumarse con éxito este personaje.

Peggy por su parte también se enfrenta a los fantasmas del pasado. Su posición, ganada a pulso durante años en la antigua agencia, es cuestionada en la gran multinacional en la que va a trabajar ahora. Ni siquiera tiene un despacho preparado, y además recibe una maceta como presente igual que el resto de secretarias. McCann Erikson no es un lugar para mujeres con aspiraciones profesionales.

Pete por su parte se le ve feliz y adaptado, pero aún quedan dos capítulos para saber qué destino le pueden deparar aquellos amplios despachos de la Quinta Avenida neoyorkina.

Pero de todos ellos quien marca el verdadero fin de una era es Don en este episodio. Don que en principio aparece como la gran estrella para los jefazos de McCann Erikson, se ve agobiado y fuera de lugar en la primera reunión de trabajo, donde al fin y al cabo, sólo es uno más, y sin más la abandona emprendiendo un viaje hacia Wisconsin, o más bien hacia su nuevo yo. Intuyo o quiero intuir que Don necesita buscar un nuevo yo, una nueva identidad. Y así se percibe cuando se queda hipnotizado mirando el avión que surca el cielo de NY. Debe buscar un nuevo camino. No hay otra opción.

Mad Men llega a su fin, SC&P llega a su fin, Don Draper como tal llega a su fin, todo se acaba. Respiramos despedidas por cada poro del capítulo, dolorosas y complejas. Y además estas despedidas se bañan de música apoteósica y definitiva como el Space Odity de Bowie. Son despedidas que alimentan la desazón del espectador, que va in crescendo. Weiner lo sabe y lo aprovechará hasta el último minuto. Yo no me resistiré a ello. Para nada. Ya lo aviso.


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