Me muero de angustia y tristeza. Mi hijo se ha quedado esta semana con los abuelos en el pueblo y mi vida se ha tornado gris de repente. Lo digo y lo repito mil veces. Cuando decaigo su sonrisa es la que me levanta y si no está él junto a mí me pongo enferma. Pero los yayos querían disfrutar de él. Lo ven poco, lo quieren tener y disfrutar, es razonable, y si estos días me toca trabajar que mejor momento para dejárselo un poquito. Cuatro días y cuatro noches. Una eternidad en mi simple visión espacio-tiempo. Y más si consideramos que está resfriado y que me carga de culpabilidad no poder tenerlo en mis brazos para que se sienta mejor. Así que al mal tiempo "Downton Abbey". Anoche como cada martes me senté a ver la que ya se está convirtiendo poquito a poco en un verdadero clásico de la ficción televisiva. Y todo gracias a la puesta en escena de lujo de la serie, con unas localizaciones, un vestuario y una ambientación impecables, y por supuesto unos actores exquisitos. Mi fa
El mundo visto con humor, amor y mucha tolerancia.