Entre las vacaciones y el mal final de verano que he tenido he de reconocer que he dejado el blog muy descuidado. Como siempre ha servido de medio de desahogo importante en un mal momento de mi vida. Pero hace ya casi un mes que apenas escribo o sigo mis espacios favoritos y la verdad es que lo echo de menos. Por eso esta tarde y aprovechando que el peque se ha dormido, ooohhh bendito milagro (desde Navidad que mi hijo pasa de hacer siestas), voy a poner remedio al problema.
Y qué mejor manera de retomar rutinas blogeras que hablando de la vuelta al cole. Mejor dicho, del comienzo de la etapa escolar para mi hijo. Este curso mi chiquitín no irá a la guardería ya como bien sabéis, empezará el cole de los mayores y yo tengo la misma sensación de caída al vacío que tuve hace justo ahora dos años cuando nos enfrentábamos a su primer día de guardería. Miles de preguntas se agolpaban en mi cabeza: ¿se adaptará bien? ¿acertaremos con la profe? ¿estará bien atendido? ¿tendrá buen feeling con sus nuevos amigos? Bueno esto último no me lo preguntaba porque sólo tenía 15 meses y su socialización era una utopia, pero sí hay que añadir que sentía que hacía algo mal, que preferiría estar con él en casa y no dejarlo allí en manos extrañas (ahora se me hace raro llamar manos extrañas a la maravillosa C., tutora de mi peque en la guardería a la que añoro mucho). En definitiva era y sigue siendo ahora también una batería de preguntas sin respuesta a las que se suman además los preparativos (reuniones, compras de material, hablarle positivamente del cambio que iniciará el lunes,...) que sin duda me agobian y me estresan no os voy a engañar, y mi particular vuelta al trabajo, empecé ayer y aún voy con jet-lag vacacional (me cuesta madrugar, me cuesta comer de nuevo de tupper,...).
Pero todos estos cambios sé que traerán muchas cosas positivas. La primera la rutina. El verano es maravilloso para desconectar y divertirse, pero si a los mayores nos trastoca a los niños aún más y mi hijo este año como ya pasó el septiembre pasado ha vuelto asilvestrado a casa. La semana que estuvimos de viaje en Francia en el mes de julio sirvió de desconexión suave, sólo fue una semana y no hubo demasiado tiempo para trastocar rutinas. Pero con el final de la guardería y el mes de agosto casi entero en el pueblo la cosa ha sido distinta, ha jugado en la calle todo lo que ha querido y más, se ha acostado tarde, ha hecho miles de actividades al aire libre (nadar en el río, ir en bici, recoger moras, buscar caracoles, ir al huerto....), los yayos y nosotros también lo hemos "malcriado" bastante y todos lo hemos colmado de juegos y diversión, por no mencionar la semana de fiestas que fue ya la repera en cuanto a "desmadre infantil" se refiere, entended el concepto, :)
Así que con la llegada de septiembre he de reconocer que establecer unos horarios razonables para todas las actividades básicas (dormir, bañarnos, merendar, cenar...) es una prioridad y una ilusión para mí. Ya os iré contando pero de momento la semana que viene comenzamos el lunes ya con horario especial de adaptación (dos horitas de 10 a 12 de la mañana), el martes dos horas más (de 15 a 17) y el miércoles serán ya tres (de 9 a 12), para comenzar con el horario completo el jueves. En clase habrá dos profes durante el primer mes para facilitar la adaptación, la verdad es que no sé muy bien si eso facilitará la adaptación de los peques o es más un tema de adaptación de los profesores. A la que será su tutora y su maestra todo el año la conocimos ya el lunes cuando llevamos la caja del material. En principio me dio buena impresión pero tampoco puedo fiarme mucho de mis primeras impresiones. Así que ya se irá viendo. De momento estoy nerviosa, más que mi niño que no sabe la le espera, pero como todo lo superaremos, ¿no? Que no falte la confianza.
Y qué mejor manera de retomar rutinas blogeras que hablando de la vuelta al cole. Mejor dicho, del comienzo de la etapa escolar para mi hijo. Este curso mi chiquitín no irá a la guardería ya como bien sabéis, empezará el cole de los mayores y yo tengo la misma sensación de caída al vacío que tuve hace justo ahora dos años cuando nos enfrentábamos a su primer día de guardería. Miles de preguntas se agolpaban en mi cabeza: ¿se adaptará bien? ¿acertaremos con la profe? ¿estará bien atendido? ¿tendrá buen feeling con sus nuevos amigos? Bueno esto último no me lo preguntaba porque sólo tenía 15 meses y su socialización era una utopia, pero sí hay que añadir que sentía que hacía algo mal, que preferiría estar con él en casa y no dejarlo allí en manos extrañas (ahora se me hace raro llamar manos extrañas a la maravillosa C., tutora de mi peque en la guardería a la que añoro mucho). En definitiva era y sigue siendo ahora también una batería de preguntas sin respuesta a las que se suman además los preparativos (reuniones, compras de material, hablarle positivamente del cambio que iniciará el lunes,...) que sin duda me agobian y me estresan no os voy a engañar, y mi particular vuelta al trabajo, empecé ayer y aún voy con jet-lag vacacional (me cuesta madrugar, me cuesta comer de nuevo de tupper,...).
Pero todos estos cambios sé que traerán muchas cosas positivas. La primera la rutina. El verano es maravilloso para desconectar y divertirse, pero si a los mayores nos trastoca a los niños aún más y mi hijo este año como ya pasó el septiembre pasado ha vuelto asilvestrado a casa. La semana que estuvimos de viaje en Francia en el mes de julio sirvió de desconexión suave, sólo fue una semana y no hubo demasiado tiempo para trastocar rutinas. Pero con el final de la guardería y el mes de agosto casi entero en el pueblo la cosa ha sido distinta, ha jugado en la calle todo lo que ha querido y más, se ha acostado tarde, ha hecho miles de actividades al aire libre (nadar en el río, ir en bici, recoger moras, buscar caracoles, ir al huerto....), los yayos y nosotros también lo hemos "malcriado" bastante y todos lo hemos colmado de juegos y diversión, por no mencionar la semana de fiestas que fue ya la repera en cuanto a "desmadre infantil" se refiere, entended el concepto, :)
Así que con la llegada de septiembre he de reconocer que establecer unos horarios razonables para todas las actividades básicas (dormir, bañarnos, merendar, cenar...) es una prioridad y una ilusión para mí. Ya os iré contando pero de momento la semana que viene comenzamos el lunes ya con horario especial de adaptación (dos horitas de 10 a 12 de la mañana), el martes dos horas más (de 15 a 17) y el miércoles serán ya tres (de 9 a 12), para comenzar con el horario completo el jueves. En clase habrá dos profes durante el primer mes para facilitar la adaptación, la verdad es que no sé muy bien si eso facilitará la adaptación de los peques o es más un tema de adaptación de los profesores. A la que será su tutora y su maestra todo el año la conocimos ya el lunes cuando llevamos la caja del material. En principio me dio buena impresión pero tampoco puedo fiarme mucho de mis primeras impresiones. Así que ya se irá viendo. De momento estoy nerviosa, más que mi niño que no sabe la le espera, pero como todo lo superaremos, ¿no? Que no falte la confianza.
Comentarios
Un beso y suerte, seguro que todo sale bien.
María, espero que sí nos adaptemos todos rápido a las nuevas rutinas. Y los ánimos confío en que poco a poco vayan mejorando, de momento intento desviar la atención y no pensar mucho en embarazos, aunque es difícil.
Mama de Parrulín, estás sensiblona como yo guapa!!
Te veo valiente... Me alegro de que así sea.
En series no estoy nada puesta, la verdad. Voy muy por detrás y suelo ver las que recomendais por aquí.
Valiente estoy, no me queda otra, hay que reponerse de los golpes duros.
Gracias por tus palabras guapa!
Valiente estoy, no me queda otra, hay que reponerse de los golpes duros.
Gracias por tus palabras guapa!