Cuando trabajas en el sector social te das cuenta de que el trabajo es más que eso. Te implicas de un modo que muchas veces traspasa lo personal. Supongo que pasa lo mismo si te dedicas a la educación o a la sanidad. Son profesiones que te hacen crecer como persona a parte de darte de comer... aunque cada vez menos :). Yo que estudié Economía e hice un Máster Internacional en Contabilidad jamás pensé que desarrollaría mi trabajo en el tercer sector. Pero la verdad es que ha sido una sorpresa increíble poder trabajar en esto y además como controller económica que es lo mío.
Con todo esta semana hemos tenido un punto de inflexión en mi entidad. El lunes por la tarde en una de nuestros centros desapareció uno de los residentes. Un hombre de 65 años con retardo mental no muy severo que había intentado escapar en más de una ocasión. Casi 48 horas de búsqueda desesperada pero con final feliz que nos han dado un vuelco a la forma de ver lo esencial de nuestro trabajo. Jamás había sucedido algo así en los más de 30 años de trayectoria de la casa y ha sido un aprendizaje express sin precedentes. Hemos constatado que nuestros protocolos de emergencia están pulidos y son los adecuados lo que nos daba garantía y tranquilidad frente a posibles sospechas contra nuestro trabajo. Pero no es sólo eso lo esencial.
Ya llevamos un tiempo centrando la filosofía de empresa en la persona pero este incidente nos ha hecho ver que justo ese es el único camino. Empatizar con las personas que atendemos, entender sus necesidades básicas, pero también sus sentimientos o sus miedos.
Hace tiempo que he comprendido que empatizando con mi hijo lograba hacerlo más feliz y suavizar el camino de la crianza que ya de por si es complicado y difícil. Si extrapolo esta visión a mi trabajo creo que el resultado es el mismo. Y yo que soy muy de ciencias y muy cuadrada es un aprendizaje que me ha costado casi 35 años de mi vida asumir.
Os he dicho que os debía un post contando el "misterio" del incidente grave de mi trabajo. Pues aquí lo tenéis.
Con todo esta semana hemos tenido un punto de inflexión en mi entidad. El lunes por la tarde en una de nuestros centros desapareció uno de los residentes. Un hombre de 65 años con retardo mental no muy severo que había intentado escapar en más de una ocasión. Casi 48 horas de búsqueda desesperada pero con final feliz que nos han dado un vuelco a la forma de ver lo esencial de nuestro trabajo. Jamás había sucedido algo así en los más de 30 años de trayectoria de la casa y ha sido un aprendizaje express sin precedentes. Hemos constatado que nuestros protocolos de emergencia están pulidos y son los adecuados lo que nos daba garantía y tranquilidad frente a posibles sospechas contra nuestro trabajo. Pero no es sólo eso lo esencial.
Ya llevamos un tiempo centrando la filosofía de empresa en la persona pero este incidente nos ha hecho ver que justo ese es el único camino. Empatizar con las personas que atendemos, entender sus necesidades básicas, pero también sus sentimientos o sus miedos.
Hace tiempo que he comprendido que empatizando con mi hijo lograba hacerlo más feliz y suavizar el camino de la crianza que ya de por si es complicado y difícil. Si extrapolo esta visión a mi trabajo creo que el resultado es el mismo. Y yo que soy muy de ciencias y muy cuadrada es un aprendizaje que me ha costado casi 35 años de mi vida asumir.
Os he dicho que os debía un post contando el "misterio" del incidente grave de mi trabajo. Pues aquí lo tenéis.
Comentarios
Abrazos empáticos… y verdes!
Besos, estupenda reflexión.