Hace tiempo que me digo a mí misma que no tengo que seguir viendo más las noticias de la tele, ni leer los períodicos, ni tan sólo curiosear la actualidad en internet, porque realmente su contenido es tan amargo y duro que se hace difícil de digerir. Desde que estoy embarazada este proceso es aún más complejo, hoy viendo a los niños enterrados en las ruinas del terremoto de China imaginaba como sería tener a mi niño ahí, en esa situación, y las lágrimas se me han saltado solas de los ojos, tal y como hace poco me predijo una de mis lectoras, Amelia.
Después he pensado en la mujer y el hijo que ETA ha dejado hoy viuda y huérfano respectivamente y mi imaginación enseguida ha dibujado lo qué sucedería si fuera yo a quien me hubieran quitado al amor de mi vida y al padre de mi hijo. En definitiva que mi hipersensibilidad es tan poco compatible con todo esto que definitivamente tengo que abstraerme de ello o se me van a secar las lágrimas de los ojos.
Y es que sé que son las hormonas traicioneras, pero mi hipersensibilidad está alcanzando límites insospechados y hasta mi chico empieza a preocuparse, porque en ocasiones sin más, me pongo a llorar como un bebé por cualquier pensamiento triste o cualquier cosa que me hace muy feliz y que pienso que puedo perder y que pasa por mi cabecita en ese momento. Y yo nunca he sido así. He tenido como todo hijo de vecino mis momentos de bajón, claro está, pero nueve meses de sensibilidad a flor de piel, en la vida, vaya, en la vida. Si es que al final parezco la protagonista de una novela de Jane Austen.
Desde luego supongo que ésta es también otra de las jugarretas que la madre naturaleza nos depara a las embarazadas antes de exponernos al verdadero sufrimiento, el que deviene tener un hijo. Y es que como la mayoría de mis amigos y familiares con experiencia ya en el tema me anuncian, ya nunca serás las misma, ni vivirás tan tranquila como hasta ahora, y no lo dudo, porque ahora que está en la barriguita ya ocupa el 99% de mis pensamientos, puedo deducir lo que sucederá en cuánto esté fuera de ella.
Por eso ahora me voy a ver Supermodelo y a frivolizarme un ratito que tanto lloriqueo acabará estropeándome mi cutis y no quiero pensar qué diría el megafashion de Jousie si me viera, algo como: "Imposible bookearte darling."
Adios!!!
Después he pensado en la mujer y el hijo que ETA ha dejado hoy viuda y huérfano respectivamente y mi imaginación enseguida ha dibujado lo qué sucedería si fuera yo a quien me hubieran quitado al amor de mi vida y al padre de mi hijo. En definitiva que mi hipersensibilidad es tan poco compatible con todo esto que definitivamente tengo que abstraerme de ello o se me van a secar las lágrimas de los ojos.
Y es que sé que son las hormonas traicioneras, pero mi hipersensibilidad está alcanzando límites insospechados y hasta mi chico empieza a preocuparse, porque en ocasiones sin más, me pongo a llorar como un bebé por cualquier pensamiento triste o cualquier cosa que me hace muy feliz y que pienso que puedo perder y que pasa por mi cabecita en ese momento. Y yo nunca he sido así. He tenido como todo hijo de vecino mis momentos de bajón, claro está, pero nueve meses de sensibilidad a flor de piel, en la vida, vaya, en la vida. Si es que al final parezco la protagonista de una novela de Jane Austen.
Desde luego supongo que ésta es también otra de las jugarretas que la madre naturaleza nos depara a las embarazadas antes de exponernos al verdadero sufrimiento, el que deviene tener un hijo. Y es que como la mayoría de mis amigos y familiares con experiencia ya en el tema me anuncian, ya nunca serás las misma, ni vivirás tan tranquila como hasta ahora, y no lo dudo, porque ahora que está en la barriguita ya ocupa el 99% de mis pensamientos, puedo deducir lo que sucederá en cuánto esté fuera de ella.
Por eso ahora me voy a ver Supermodelo y a frivolizarme un ratito que tanto lloriqueo acabará estropeándome mi cutis y no quiero pensar qué diría el megafashion de Jousie si me viera, algo como: "Imposible bookearte darling."
Adios!!!
Comentarios
¡Ya te queda poquito, ¿no...?!
Hoichi: La tele y lo que no es la tele querido.
Juan R.: Poquito, poquito, pero se hace largo, largo, jeje!
También aprendí que si estás de crucero no puedes pedirte un zumo de naranja, sino un San Francisco como poco.