Que alguien llame a George Clooney.

Desde que empecé a trabajar otra vez tras las vacaciones me noto floja en inspiración para mi blog. No es que el mismo se destaque por su calidad, nada más lejos de la realidad, mis posts suelen ser de lo más cutres, pero cuando escribo aquí suelo hacerlo con convicción y muchas veces por necesidad inminente de vomitar pensamientos, desvarios y estupideces varias y sentirme mucho mejor, motivos por los que, creo yo, vale mucho la pena seguir con esta aventurita pseudoliteraria internaútica en la que llevo ya metida unos nueve meses. Además si en el camino me voy tropezando con personas que valen la pena pues muchísimo mejor, y éste es mi caso, evidentemente.
Pero como os digo, últimamente el traje del blog me viene grande. No es algo que me preocupe, esto no es la columna de opinión semanal de un periódico, nadie va a tirarme de las orejas porque deje de postear, ni tampoco se me va a descontar nada de la nómina, gracias a Dios, que ya bastante me descuenta un señor llamado IRPF, pero me gustaría seguir con mi ritmo habitual, y tener dificultades para lograrlo me fastidia un poco todo sea dicho de paso.
Dicen que cuando falla la inspiración hay que buscar a la musa y/o musas para que nos sea devuelta. Yo musa no tengo ninguna, aún con todo tendría algún muso, y puestos a elegir me quedaría con George Clooney, que inspirar me inspira una barbaridad como podéis imaginar. Pero como veo complicado que el mozo venga a echarme un cable, o lo que se tercie, pues aquí me encuentro escribiendo este post de auto-queja con el que seguramente debéis estar flipando de lo lindo. Así que disculpadme la memez de los contenidos de mi blog, please!
Y para flipar dejadme que os haga una breve ennumeración de las cosas que más me hicieron alucinar este fin de semana en la boda de una amiga y compañera de la universidad a la que acudí:
- La gente "fisna" de alta alcurnia acaba bailando el "Corasson bonito, corasson salvaje" con el mismo alto grado de ridículo que lo hacemos los de pueblo tras ingerir una cantidad similar o incluso menor de brevajes alcohólicos en el cuerpo. Eso sí con chaqué!
- Los que eran tontos en la facultad, ahora lo son más, y no sólo eso, sino que ahora son tontos con título: "Hola ¿te acuerdas de mi? Soy Pedro Rodrigo, sí, de tu clase (ponedle acento "osea" de pijo rematado) ¿Cómo te va la vida? (no les importa un pimiento cómo te va la vida) A mí genial, ahora soy "manager consultant" en una multinacional americana con sede en Dubai (si es multinacional, es multinacional, no americana, ¿en qué quedamos? ¿qué me importa a mí que tenga sede en Dubai ¿acaso me invitas de vacaciones allí?)".
- Los que eran guapos, ya no lo son tanto: "¿Que me dices que aquel de las entradas portuarias con barriga de cinco meses es "Robert Redford"? Dios, no puede ser! ¿Qué narices te has metido en esa copa?".
Menos mal que hay cosas que no cambian y para bien, como las buenas amistades con las que te alegras al reencontrarte aunque sea de tanto en tanto, y con las que al hablar te das cuenta de que ni siquiera parece que haya pasado el tiempo, todo sigue siendo igual de franco y sincero con ellas.
Y el buen gusto de algunas también permanece intacto al parecer, ésta es la canción que eligió mi amiga MJ para entrar en el salón del restaurante con su ya flamante marido, los pelos como escarpias se me ponen al escucharla, ¿a que es bonito de verdad?