Great ball of fire.

Estábamos en pausa y de repente comenzamos a rodar, como una bola de fuego, que primero es pequeña, una simple chispa, pero que poco a poco se va haciendo más grande y fuerte. Es septiembre y todo empieza. Los hay que lo adoran y los hay que lo aborrecen. A mí no me disgusta simplemente. Creo que lo emprendí con fuerzas. Engrasé la máquina, la preparé para la carrera de fondo que nos queda al menos hasta el parón técnico de Navidad, y de repente un brusco cambio en mi vida laboral ha tenido a bien sacudir esta segunda quincena del mes que inicia el otoño. Ahora a readaptarme a la nueva situación, una situación que desde el punto de vista personal no sé bien si me beneficiará, pero desde el profesional seguro que sí. Una gastroenteritis le ha querido dar la bienvenida y hoy me encuentro medio convaleciente en casa. Todo parece indicar que mi cuerpo no está contento con las novedades, pero bueno, habrá que cuidarlo mucho para que deje de quejarse, o a lo mejor protesta por otra cosa, quien sabe, el sábado acudiré al último enlace de la tanda de bodas de esta temporada e igual ya empieza a acusar el "síndrome de mono de solomillo y tarta nupcial", todo podría ser.
Con todo me siento bien, todo lo bien que me dejan estos retortijones de tripa, y no es para menos, el lunes me reenganché a la tercera temporada de PERDIDOS que echan irónicamente primero en Fox (cuando ya unas 4/5 partes de la población del planeta Tierra se la sabe de memoria y ya está determinada la fecha de estreno en USA del piloto de la cuarta, el 4 de febrero) y que yo empecé a ver este verano subtitulada pero que no acabé por falta de tiempo o mejor dicho de organización del tiempo. Y es que hay que ver cuanto me gusta esta serie, me pierdo y me pierdo, me vuelvo a perder y me sigo perdiendo, y tan encantada que estoy, si es que siempre fui un poco masoquista, que le vamos a hacer. Pues eso que me subí al tren de la "third season" con un par de capítulos que ya había visto pero que no me importó volver a visionar por dos motivos principalmente:
a) Rodrigo Santoro y Josh Holloway, ahora estoy enamorada por igual de ambos, y necesito contemplarlos mucho, mucho, para decidir cual se merece más mi devoción.

b) Debo seguir dándole sentido al título de la serie como espectadora, estoy tan perdida con el argumento como los pobres protagonistas en la isla, así que tengo que revisarla una y otra vez para ir atando cabos, seguramente esto indica que mi coeficiente intelectual anda por debajo del de las 4/5 partes de la población del planeta Tierra que ya se saben la tercera temporada de memoria.

Y hablando de cosas buenas y que me gustan, algo positivo de tener que quedarme en casa hoy ha sido que he podido disfrutar de la sobremesa televisiva de la semana laboral, y no me refiero ni a los amores revueltos en el tiempo, ni al tomate tomatoso, sino a SÉ LO QUE HICISTEIS... , sin duda alguna uno de los programas más divertidos que está actualmente en parrilla, concretamente en la de La Sexta, y que justifican el seguir teniendo la "caja tanta" encima de nuestro estiloso mueble de diseño del salón a mi humilde modo de ver, quitando ese icono del humor patrio en el que se está convirtiendo SUPERMODELO claro está, y que yo me pierdo por ver PERDIDOS, valga la renundancia.
Todavía no había hablado de este programa en mi blog o al menos no lo recuerdo, perdonad mis conatos de Alzheimer, pero creo que ya va siendo hora que lo haga. Empezó con un formato semanal y su éxito lo llevo a tener periodicidad diaria. Se emite a las 15.30 y dura media horita aproximadamente. El sábado o el domingo, no recuerdo, repiten los mejores momentos de la semana. Su fórmula sencilla y su estilo desenfadado, directo y muy irónico han sido sus ingredientes básicos. Lo mejor, el tono ingenuo de la fantástica Patricia Conde y la disección mordaz y divertida de la actualidad rosa de Angel Martín, profesión "analista de medios" (que no sé donde se estudiará eso). Juntos forman una pareja de química absoluta que se complementa con otros colaboradores como Miki Macías o Pilar Rubio, que aunque tienen cierta gracia, a los otros dos no les llegan ni a la altura del zapato. El mundo del corazón ya de por si es tronchante, o te lo tomas así, o mejor te olvidas de él, pero visto bajo la perspectiva de Patricia y sobre todo de Angel, da un juego increíble. Ejemplifiquémoslo antes de despedirnos.