Aunque me cueste horrores reconocerlo soy una impaciente de tomo y lomo. Por más que intento evitar esta actitud, por más que trabajo en reforzar ese bien tan preciado y tan escaso como hoy en día es la paciencia, he de ser sincera conmigo misma, fracaso estrepitosamente. Y mi comportamiento esta semana lo explica perfectamente.
Veréis que estoy bastante ausente de la vida blogger, entre el trabajo que me agobia estos días con asuntos pendientes a millones a la par que urgentes, mi suegra (este tema merece capítulo a parte pero creo que lo voy a obviar porque la verdad no vale la pena ni desgastar fuerzas escribiendo sobre ello) y por último yo misma que estoy un poco más plof de lo habitual y me tomo las cosas fatal, estoy que sinceramente no doy pie con bola. No tengo tiempo para nada, y la sensación de desorganización en mi vida me reconcome, sobre todo porque veo que afecta a mi hijo y ahí no transijo.
Esto no es nada distinto a cualquier otra época de estress en mi vida pero claro ha habido una gota que ha colmado mi vaso. A ver si lo adivináis...... Va que es fácil, os voy contando. Ya os hice una pincelada la semana pasada sobre el adios al pañal que inciamos con mi pequeño. La verdad es que empezamos porque las circunstancias parecian ser las propicias y pasando del hecho de que no fuera verano, y es que no todos los niños pueden sentirse preparados justo con el buen tiempo, es imposible. En fin que lo vi bastante claro, lo valoré con su tutora de la guardería y comenzamos la aventura. La primera semana el éxito fue mayúsculo, yo no quería ponerme muy contenta por si las moscas, pero era un hecho que mi niño lo estaba haciendo muy bien, ya lo comenté. El fin de semana habíamos previsto escaparnos al pueblo y así lo hicimos. Sabía que el cambio de rutina que supone eso podría afectar al proceso de control de esfínteres pero la verdad es que quise continuar con nuestro plan sin más. Nada más llegar vi que mi pequeño no se relajaba en el wc de la casa del pueblo y no lograba hacer pipí. Había aguantado todo el viaje y al llegar me dijo que tenía pipí, normal, lo senté y nada. Al cabo de poco rato cenando se meó encima. Yo sin perder la calma lo cambié y le resté importancia al accidente. Al día siguiente tampoco logró hacer pipi en el wc de casa de mis padres y otra vez tuvo escape de tanto aguantar. Meó a las doce del mediodía pero aguantó sin lograr hacer otro pipi hasta las siete de la tarde y éste lo hizo en el wc de casa de un amiga mía donde habíamos quedado para tomar café y que jugaran nuestros niños. El domingo la tónica fue la misma, lo sentaba en el wc pero ni una gota, se aguantaba el pipí y cuando no podía más se meaba encima. La verdad es que me alivié a mi misma justificando este retroceso por el cambio de rutina, pero el lunes al volver a la vida normal la cosa no mejoró. En la guardería estos días lo ha ido haciendo más o menos bien, excepto ayer que empezó con pipís pequeñitos y claro cuando salimos por la tarde en casa de mi suegra tuvo un accidente de los gordos, vamos que se confundía su meada con el mismísimo Ebro que pasa cerca. Ya en casa volvimos a estar en las mismas, se sentaba pero no lograba que saliera ni una gota. Esto ya sé que no es nada malo. Este proceso puede ser largo y difícil y tanto es así que ahora mismo estoy dudando incluso de si estoy haciendo lo correcto quitándole el pañal en este momento, pero es que el mes de septiembre, y sobre todo el comienzo de P3, están a la vuelta de la esquina, y para entonces no puedo llevar al peque con pañal (un planteamiento muy absurdo porque es muy estúpido creo poner fechas límite en la adquisición de habilidades de un niño, a ver a que niño se le plantea, va que tú a los 12 meses ya tienes que andar xddd, pero bueno...). En fin que me voy por las ramas, la cuestión es que me sé la teoría de maravilla, sé que no debo presionar al peque, debo respetar su proceso madurativo al máximo y no forzarle, prohibido reñir, prohibido agobiarme y agobiarle a él, debo ser un pozo de comprensión, lo sé, lo sé, todo, pero ayer mi actitud fue totalmente distinta, hice todo lo que no debe hacerse y después me sentí tan mal, tan miserable. Ahora me desahogo aquí pero sé que el problema principal soy yo y mi paciencia, mejor dicho, mi no paciencia, ¿sabéis algún sitio donde vendan una poca? Soy capaz de pagar millones!!!!
Veréis que estoy bastante ausente de la vida blogger, entre el trabajo que me agobia estos días con asuntos pendientes a millones a la par que urgentes, mi suegra (este tema merece capítulo a parte pero creo que lo voy a obviar porque la verdad no vale la pena ni desgastar fuerzas escribiendo sobre ello) y por último yo misma que estoy un poco más plof de lo habitual y me tomo las cosas fatal, estoy que sinceramente no doy pie con bola. No tengo tiempo para nada, y la sensación de desorganización en mi vida me reconcome, sobre todo porque veo que afecta a mi hijo y ahí no transijo.
Esto no es nada distinto a cualquier otra época de estress en mi vida pero claro ha habido una gota que ha colmado mi vaso. A ver si lo adivináis...... Va que es fácil, os voy contando. Ya os hice una pincelada la semana pasada sobre el adios al pañal que inciamos con mi pequeño. La verdad es que empezamos porque las circunstancias parecian ser las propicias y pasando del hecho de que no fuera verano, y es que no todos los niños pueden sentirse preparados justo con el buen tiempo, es imposible. En fin que lo vi bastante claro, lo valoré con su tutora de la guardería y comenzamos la aventura. La primera semana el éxito fue mayúsculo, yo no quería ponerme muy contenta por si las moscas, pero era un hecho que mi niño lo estaba haciendo muy bien, ya lo comenté. El fin de semana habíamos previsto escaparnos al pueblo y así lo hicimos. Sabía que el cambio de rutina que supone eso podría afectar al proceso de control de esfínteres pero la verdad es que quise continuar con nuestro plan sin más. Nada más llegar vi que mi pequeño no se relajaba en el wc de la casa del pueblo y no lograba hacer pipí. Había aguantado todo el viaje y al llegar me dijo que tenía pipí, normal, lo senté y nada. Al cabo de poco rato cenando se meó encima. Yo sin perder la calma lo cambié y le resté importancia al accidente. Al día siguiente tampoco logró hacer pipi en el wc de casa de mis padres y otra vez tuvo escape de tanto aguantar. Meó a las doce del mediodía pero aguantó sin lograr hacer otro pipi hasta las siete de la tarde y éste lo hizo en el wc de casa de un amiga mía donde habíamos quedado para tomar café y que jugaran nuestros niños. El domingo la tónica fue la misma, lo sentaba en el wc pero ni una gota, se aguantaba el pipí y cuando no podía más se meaba encima. La verdad es que me alivié a mi misma justificando este retroceso por el cambio de rutina, pero el lunes al volver a la vida normal la cosa no mejoró. En la guardería estos días lo ha ido haciendo más o menos bien, excepto ayer que empezó con pipís pequeñitos y claro cuando salimos por la tarde en casa de mi suegra tuvo un accidente de los gordos, vamos que se confundía su meada con el mismísimo Ebro que pasa cerca. Ya en casa volvimos a estar en las mismas, se sentaba pero no lograba que saliera ni una gota. Esto ya sé que no es nada malo. Este proceso puede ser largo y difícil y tanto es así que ahora mismo estoy dudando incluso de si estoy haciendo lo correcto quitándole el pañal en este momento, pero es que el mes de septiembre, y sobre todo el comienzo de P3, están a la vuelta de la esquina, y para entonces no puedo llevar al peque con pañal (un planteamiento muy absurdo porque es muy estúpido creo poner fechas límite en la adquisición de habilidades de un niño, a ver a que niño se le plantea, va que tú a los 12 meses ya tienes que andar xddd, pero bueno...). En fin que me voy por las ramas, la cuestión es que me sé la teoría de maravilla, sé que no debo presionar al peque, debo respetar su proceso madurativo al máximo y no forzarle, prohibido reñir, prohibido agobiarme y agobiarle a él, debo ser un pozo de comprensión, lo sé, lo sé, todo, pero ayer mi actitud fue totalmente distinta, hice todo lo que no debe hacerse y después me sentí tan mal, tan miserable. Ahora me desahogo aquí pero sé que el problema principal soy yo y mi paciencia, mejor dicho, mi no paciencia, ¿sabéis algún sitio donde vendan una poca? Soy capaz de pagar millones!!!!
Comentarios
Y una amiga cuando yo le comenté la preocupación dice que algunos niños duran un año y que es normal.
Y eso de cambio de sitio es muy normal y cuando juegan con otros niños pues pueden que apuren hasta el ultimo momento y al final pues haya un accidente.
Yo para mí fué cambio díficil pero no hay que rendirse.
Solo mandarte muchos ánimos y q pasara. Nosotros empezamos este fin de semana, lo vamos a flipar!
Y lo del pañal, voy a ser clara, ESTOY ACOJONADA, yo no veo a Boliche preparado, es más, le veo todavía muy pequeño y verde, así que poco te puedo decir xq no sé a que te estás enfrentando.
Suerte, ánimo y paciencia.
Y cuentanos. Espero tus buenas noticias!!!!
Mil besos
q todas tenemos días q no hay quien nos aguante, y no es q tengamos poca paciencia, es q gastamos mucha ;) (solamente la suegra agota gran parte de nuestras reservas, no lo sabías? en algunos casos son como un agujero negro para la paciencia, nos dejan en números rojos)
En cuánto a lo del pañal ¿q puedo decirte? que aún tienes tiempo, que lo vas a conseguir, y que todas sabemos que la teoría a veces no tiene nada q ver con la práctica, así que no te fustigues y sé indulgente contigo misma.
Un abrazo muy fuerte... y ánimo :D
Los niños suelen tener a veces pequeños retrocesos, es normal. Por eso, yo te animaría a seguir intentándolo un poco más. Ya habeis empezado y ha habido días que lo ha hecho muy bien. No te dejes vencer por unas pequeñas derrotas. Haces bien: no le des importancia y seguid intentándolo un poco más.
Muchos besos y mucho ánimo!
Teta y Mamadejulio, mucha suerte en el proceso que empezaréis en breve y mucha paciencia, valga la redundancia!!
a partir de hoy tienes aquí una seguidora más!
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