Desde hace unos días tengo la sensación de que estoy en medio de una cuenta atrás cuyo día D es el día del nacimiento de mi bebé y me estoy estresando.
En el trabajo tengo el tiempo limitado para dejarlo todo en orden o todo como yo desearía aunque sé bien que eso es imposible y que seguramente cuando me iré las cosas se quedarán como se quedarán irremediablemente por mucho que planifique y organice o lo intente al menos.
En casa también los preparativos se quedarán donde se quedarán y probablemente no estará ni todo listo, ni todo como yo querría, en el momento del parto. Por más que intente planear qué hacer cada fin de semana y cómo organizar cada tarea pendiente el destino hablará y yo no podré replicarle.
Me gustaría tener una bola de cristal a la que consultar con fiabilidad el momento exacto de la llegada a este mundo de mi pequeño pero bien sé que la incertidumbre es absoluta respecto al desenlace de este bonito momento de mi vida.
Por eso trato de relajarme, aunque hasta eso me cuesta, y me estreso pensando que no logro relajarme también. Soy una madre primeriza y absolutamente cuadrada, siempre me ha gustado tener sensación de control sobre las cosas y esa sensación me agradaba y me hacía estar bien conmigo misma, pero ahora me temo que después de todo esto jamás volveré a tener esa sensación tan amarrada a mí misma y tengo en parte miedo de fracasar. Aún con todo me dejo llevar y trato de disfrutar este momento, porque sé que es único, es mágico y es irrepetible. Creo que se avecinan cambios en mi vida muy grandes, pero el más grande desde luego pasará por mi modo de ver las cosas, será sin duda un cambio de perspectivas.
En el trabajo tengo el tiempo limitado para dejarlo todo en orden o todo como yo desearía aunque sé bien que eso es imposible y que seguramente cuando me iré las cosas se quedarán como se quedarán irremediablemente por mucho que planifique y organice o lo intente al menos.
En casa también los preparativos se quedarán donde se quedarán y probablemente no estará ni todo listo, ni todo como yo querría, en el momento del parto. Por más que intente planear qué hacer cada fin de semana y cómo organizar cada tarea pendiente el destino hablará y yo no podré replicarle.
Me gustaría tener una bola de cristal a la que consultar con fiabilidad el momento exacto de la llegada a este mundo de mi pequeño pero bien sé que la incertidumbre es absoluta respecto al desenlace de este bonito momento de mi vida.
Por eso trato de relajarme, aunque hasta eso me cuesta, y me estreso pensando que no logro relajarme también. Soy una madre primeriza y absolutamente cuadrada, siempre me ha gustado tener sensación de control sobre las cosas y esa sensación me agradaba y me hacía estar bien conmigo misma, pero ahora me temo que después de todo esto jamás volveré a tener esa sensación tan amarrada a mí misma y tengo en parte miedo de fracasar. Aún con todo me dejo llevar y trato de disfrutar este momento, porque sé que es único, es mágico y es irrepetible. Creo que se avecinan cambios en mi vida muy grandes, pero el más grande desde luego pasará por mi modo de ver las cosas, será sin duda un cambio de perspectivas.
Comentarios
Eso sí, tienes toda la razón en que la vida cambia por completo. Y la perspectiva también, vas a tener que bajar el ángulo de tu cámara para ponerte en la perspectiva del futuro miembro de la familia. Y lo vas a disfrutar muchísimo, ya lo verás...
Besos y ánimo.
Ya veras como vas a ser muy muy feliz,aunque se te multipliquen los trabajos en casa,los cabreillos,y se te reduzcan las horas de sueño.
Un besazo,ya falta poquito.