Lo del cansancio del jueves al final resultó ser algo más, un virus, o algo parecido, porque tan fatal andaba yo, tan moribunda, que acabé con fiebre aquella misma noche y sin moverme de la cama al día siguiente ni para ir a currar. Un desastre.
No sé si el detonante fue dormir poco por las malas noches que me da el peque, descansar menos por el calor que ha llegado ufano estos últimos días, o el stress por mi nuevo puesto de responsabilidad en el curro, no sé, pero la cosa es que estuve 24 horas bien jodidilla.
Pero como soy madre, y las madres no podemos estar enfermas, he de decir que aquí el único que se preocupó por mi persona, a parte de mi jefe, que bufó un whatsapp a primera hora de la mañana al decirle que no iba a la oficina, fue mi hijo mayor, que me dio besitos y arrumacos y lo noté con evidente cara de preocupación. Si es que cuando digo que mi tesoro es un primor, lo es y punto.
El resto del universo, entre los que incluyo con pena en mi corazón a mi madre y a mi marido, no le dieron ni un mínimo de importancia a mi bajón de salud. La primera me espetó, bebe mucha agua, no vayas a deshidratarte, y el segundo, se defendió diciendo que no se me acercaba ni a darme un beso porque estaba yo "que mordía". En fin corramos tupido velo.
Y es que de verdad de la buena que a las mujeres el último resquicio que nos queda para que nos cuiden es el embarazo, porque una vez parimos ya no tenemos derecho a estar malas ni decaídas en la vida. Se nos presupone fuertes y poderosas desde el minuto cero como madres. Como hecho de menos a mi mamá de antaño diciéndome qué te pongo para cenar mi vida, tienes que comer, te hago patatas fritas caseras que te encantan. O a mi socio desviviéndose por mi persona a mi vera, cuando estaba malita. Ahora cuando llamo a mi madre y le digo que estoy pachucha lo primero que hace es asegurarse que sus nietos no van a quedar desatendidos ni van a morir de inanición por irresponsabilidad de su progenitora. Y el socio tres cuartos de lo mismo, me mira con un cara de hoy voy a pringar con todas las tareas yo, vaya asco, que no veas.
Por eso cuando veo alguna embarazada lo primero que le digo es que se deje cuidar mucho y que abuse al máximo de los que la rodean porque es verdad que cuando aparecen los retoños se acabó lo que se daba y una pasa a ser la "nada" literalmente a ojos de los que hasta ese momento fueron sus seres más queridos. Aissss qué paciencia!!!
No sé si el detonante fue dormir poco por las malas noches que me da el peque, descansar menos por el calor que ha llegado ufano estos últimos días, o el stress por mi nuevo puesto de responsabilidad en el curro, no sé, pero la cosa es que estuve 24 horas bien jodidilla.
Pero como soy madre, y las madres no podemos estar enfermas, he de decir que aquí el único que se preocupó por mi persona, a parte de mi jefe, que bufó un whatsapp a primera hora de la mañana al decirle que no iba a la oficina, fue mi hijo mayor, que me dio besitos y arrumacos y lo noté con evidente cara de preocupación. Si es que cuando digo que mi tesoro es un primor, lo es y punto.
El resto del universo, entre los que incluyo con pena en mi corazón a mi madre y a mi marido, no le dieron ni un mínimo de importancia a mi bajón de salud. La primera me espetó, bebe mucha agua, no vayas a deshidratarte, y el segundo, se defendió diciendo que no se me acercaba ni a darme un beso porque estaba yo "que mordía". En fin corramos tupido velo.
Y es que de verdad de la buena que a las mujeres el último resquicio que nos queda para que nos cuiden es el embarazo, porque una vez parimos ya no tenemos derecho a estar malas ni decaídas en la vida. Se nos presupone fuertes y poderosas desde el minuto cero como madres. Como hecho de menos a mi mamá de antaño diciéndome qué te pongo para cenar mi vida, tienes que comer, te hago patatas fritas caseras que te encantan. O a mi socio desviviéndose por mi persona a mi vera, cuando estaba malita. Ahora cuando llamo a mi madre y le digo que estoy pachucha lo primero que hace es asegurarse que sus nietos no van a quedar desatendidos ni van a morir de inanición por irresponsabilidad de su progenitora. Y el socio tres cuartos de lo mismo, me mira con un cara de hoy voy a pringar con todas las tareas yo, vaya asco, que no veas.
Por eso cuando veo alguna embarazada lo primero que le digo es que se deje cuidar mucho y que abuse al máximo de los que la rodean porque es verdad que cuando aparecen los retoños se acabó lo que se daba y una pasa a ser la "nada" literalmente a ojos de los que hasta ese momento fueron sus seres más queridos. Aissss qué paciencia!!!
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