Recuerdo la sensación claramente, la sentí al memorizar los verbos irregulares ingleses y también la interminable tabla períodica de los elementos químicos cuando cursaba EGB, para las nobles juventudes que leen esto la antigua Educación General Básica. La información se arreplegaba tumultuosa en mi cerebro y éste emitía chispas invisibles y pequeñas que me provocoban un profundo dolor de cabeza, después algo se ponía en marcha de repente y plas todos los nombres y los datos quedaban insertados en mi cabeza para siempre, inamovilbes como mi suegra delante de la tele a la hora de la telenovela. Los extraños nombres del catálogo de IKEA, Jarpen, Hemnes, Lillesand, Leksvik, etc. etc. quedaron grabados a fuego en mi interior y me sentí preparada para entrar a matar, en un sentido figurado, claro está.
Pero lo que no recordaba ya -el hombre, en este caso la mujer, es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, torpes que somos que le vamos a hacer- era lo horrible que podía se la tienda sueca de decoración por excelencia en un sábado cualquiera. Intentar aparcar, intentar entrar, intentar conseguir que un amable empleado y tal como organizadamente te indica la etiqueta preceptiva te atienda para poder preguntar cómo comprar el mueble que te gusta, intentar respirar, intentar comer algo decente en su cafeteria, intentar sobrevivir arrastrando uno de esos carros gigantes, intentar pagar en alguna de sus cajas, en definitiva intentar comprar algo. Menos mal que había dejado a mi peque a cargo de los abuelos porque sino seguro que alguien me denuncia tras leer este post de maltrato.
La próxima vez invito a J.J. Abrams y seguro que saca el guión de otra serie de éxito, en vez de LOST a secas algo así como LOST IN IKEA, con mi maridito y yo de damnificados protagonistas. Previously in LOST IN IKEA no sé que habrá pasado pero in the future ya os avanzo que matada de montar muebles en las vacaciones de Semana Santa, nosotros sí que sabemos lo que es la dolce vita y no los del anuncio del Martini xddd!!! ¿A quién se le habrá ocurrido comprar los muebles para montar a la hora de decorar la buhardilla que nos hemos reformado en la casa del pueblo? A la gilipollas de Aru como no. Para las vacaciones de verano os juro palabrita que me organizo un viaje o dos para mí y mis dos tesoritos de la leche!!!
Pero lo que no recordaba ya -el hombre, en este caso la mujer, es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, torpes que somos que le vamos a hacer- era lo horrible que podía se la tienda sueca de decoración por excelencia en un sábado cualquiera. Intentar aparcar, intentar entrar, intentar conseguir que un amable empleado y tal como organizadamente te indica la etiqueta preceptiva te atienda para poder preguntar cómo comprar el mueble que te gusta, intentar respirar, intentar comer algo decente en su cafeteria, intentar sobrevivir arrastrando uno de esos carros gigantes, intentar pagar en alguna de sus cajas, en definitiva intentar comprar algo. Menos mal que había dejado a mi peque a cargo de los abuelos porque sino seguro que alguien me denuncia tras leer este post de maltrato.
La próxima vez invito a J.J. Abrams y seguro que saca el guión de otra serie de éxito, en vez de LOST a secas algo así como LOST IN IKEA, con mi maridito y yo de damnificados protagonistas. Previously in LOST IN IKEA no sé que habrá pasado pero in the future ya os avanzo que matada de montar muebles en las vacaciones de Semana Santa, nosotros sí que sabemos lo que es la dolce vita y no los del anuncio del Martini xddd!!! ¿A quién se le habrá ocurrido comprar los muebles para montar a la hora de decorar la buhardilla que nos hemos reformado en la casa del pueblo? A la gilipollas de Aru como no. Para las vacaciones de verano os juro palabrita que me organizo un viaje o dos para mí y mis dos tesoritos de la leche!!!
Comentarios
Por lo menos tiene los perritos calientes, que siempre caen unos cuantos.