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La Merkel de mi casa.

De acuerdo que hace un par de días se publicó que el Excel que sustentaba las teoría de austeridad que Merkel y sus secuaces aplicaban en Europa tenía algún fallo y que puede que sus recortes a lo bestia no funcionen, vamos que no hace falta ser un experto en Excel para darse cuenta de que tanto recorte nos hunde aún más, y tampoco hace falta ser Einstein para saber que estas hojas de cálculo las carga el diablo y suelen tener más fallos que una escopeta de feria, pero con todo hoy lo que os quiero contar en un problema que tengo conmigo misma y que es de difícil solución. Os confieso que soy la Merkel de mi casa.
La austeridad la llevo en mis venas, y me viene de herencia, nieta de un tacaño de órdago, hija de otra tacaña de renombre, Aru no podía ser de otra manera, más prieta que el pantalón de un chulo discotequero de los 70. Y me casé con otro tacaño pero el pobre a mi lado parece lo más díscolo que hay en la faz de la tierra, angelico. Porque lo mío es de traca.
Ya en la época de las vacas gordas, del dispendio por doquier, de los aeropuertos sin uso faraónicos y de los sobres generosos en Génova y en otros lares, Aru vigilaba cada euro que salía de su bolsillo, siempre pensando en ahorrar por si acaso, cuando nadie pensaba en el por si acaso, para mí comparar precios en los folletos de los supermercados era un hobbie, repasar el ticket de la compra una sana costumbre, y buscar y comparar hasta encontrar lo mejor y lo más barato una obsesión. Veía a la gente marcarse un montón de escapadas por estos mundos de Dios y chulear de lo que les había costado, comprarse cochazos y construirse super chalés con sus hipotecones y pensaba xdddd pero no piensan en su futuro, pero no ahorran, en fin, yo veía que la gente disfrutaba con ese tren de vida pero a mí me dolía en el alma malgastar. Muchos imagino que tenían para eso y para ahorrar, otros me consta que no. Viajar viajaba un poco porque viajar me pirra, pero no viajaba todo lo que habría podido ni mucho menos, ahorrar era prioritario. Luego nació mi hijo mayor y en él no reparé en gastos, para él lo mejor claro que sí, pero siempre dentro de un control. Claro está. En el trabajo era igual, así me gané una fama largamente merecida.
Y llegó la crisis, así que mi austeridad fue in crescendo y la verdad es que lo que a muchos les ha tocado aplicar por narices a mí me ha salido muy natural. Ahora la tacañería es tal que a ratos me preocupa y todo, si que es cierto que en casa el trabajo de mi marido pende de un hilo desde hace tiempo y esa inseguridad aún me hace ser más prudente pero aún así planes chulos y no muy caros que a veces me apetecería organizar los dejo correr por el dinero, y la verdad luego me arrepiento pensando que muchas veces se me escapa la vida entre los dedos por no gastar.
A veces pienso que debería haber nacido en Alemania, igual me sentía más cómoda allí, donde la austeridad se supone que es un deporte nacional como aquí la envidia, menos mal que el blog de Una mamá en Alemania, me ha abierto un poco los ojos y me he dado cuenta de que tampoco son lo que parecen ser, ciertamente, en cualquier caso aquí tenéis una auténtica Merkel disfrazada de mami adorable.
Ahora ya no voy a cambiar, a estas alturas de mi vida, xddd, y tampoco la coyuntura económica lo permite, no nos vamos a engañar, así que ahora podéis entender muchos comentarios o muchas de mis actitudes. La tacañería me mata!!!!

NOTA MENTAL Y PARA LECTORES QUE SE HAYAN QUEDADO PATIDIFUSOS: En las cosas fundamentales no soy tacaña, en las vacunas de pago por ejemplo de mis hijos no me importa gastar el dinero porque para ellos quiero lo mejor, justamente tengo amigas que no las han puesto con la excusa de que no son obligatorias y que son caras y en cambio se gastan importes más altos en carísimas cremas de cara para no arrugarse.

Comentarios

anonón ha dicho que…
Yo no creo que sea malo ser algo tacaño, sin pasarse claro. A lo largo de estos años de bonanza me pasó lo mismo que a ti. Veía a la gente comprarse casoplones, cochazos, viajes de lujo, etc y yo miraba más todo. Ahora no me arrepiento para nada de haberlo hecho la verdad.
Arual ha dicho que…
Todo en su mesura es bueno, sin duda!

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