Debe ser que me hago mayor ¿os habéis fijado que estoy muy recurrente/cansina con este tema? Pero yo este año he notado la llegada de la primavera con más fuerza que nunca. Y no es por los estornudos que también, porque llevo un resfriado del quince. Sino por mi actitud en general, por la serie de hechos/circunstancias, que me han envuelto estos días y que verifican la teoría con la que titulo esta entrada. Aclararé con antelación que prometo no haber consumido ninguna substancia psicotrópica previamente a la redacción de este post. Y ahora expongo el caso. El sábado pasado en mi primer arrebato primaveral insté a mi peluquera a que procediera con esmero a cortar mi cabello unos cuantos centímetros más de lo habitual. Definitiva y afortunadamente el corte fue un atrevimiento sí, pero también un acierto. Pocas horas después me apunté a una inesperada cena con posterior salida nocturna con amigos y la verdad es que lo pasé genial. Bailé y me reí como nunca. Hacía tiempo que no me sentía
El mundo visto con humor, amor y mucha tolerancia.